Cada piel tiene unas necesidades específicas y requieren unos cuidados concretos:
Seca. Por la mañana y por la noche, aplica en el rostro y en el cuello una crema hidratante y protectora con activos nutritivos como los aceites vegetales (de onagra o germen de trigo). Recuerda que conviene limpiarla con productos muy suaves como aceites desmaquillantes, syndets (detergentes sintéticos) y aguas micelares y usar tónico sin alcohol. Si la piel es extremadamante seca, utiliza un aceite para el baño o la ducha y aplica después por el cuerpo una manteca corporal.
Grasa. Hidrátala con geles o cremas libres de aceite con activos seborreguladores y antisépticos. Los limpiadores al agua (geles y espumas) son los más adecuados y los puedes usar hasta dos veces al día. Usa mascarillas purificantes que impidan que células muertas y sebo obstruyan los poros.
Mixta. Utiliza productos para la piel grasa en la zona central del rostro; mientras que en las mejillas aplica los cuidados de las pieles secas.
Las más sensibles. El objetivo, en el caso de tener la piel sensible, es protegerla y calmar la reacción cutánea. Por tanto, por la mañana y por la noche usa productos con ingredientes reparadores (alantoína, ceramidas, fosfolípidos) y calmantes.
Claves para identificarla sin errores
Antes de decantarte por un producto necesitas saber cómo es tu piel.
Sin brillo y tirante. Si notas estos 'síntomas' es muy posible que tu dermis tenga un déficit de agua y de lípidos, es decir, que sea una piel seca. Cuídala a diario porque las arrugas aparecen de forma precozy son finas y numerosas.
Poros grandes y pocas arrugas. Así suele ser la piel grasa. A menudo se muestra irritada, pero esta vez por el exceso de sebo.
Brillos en frente, nariz y barbilla. La mixta es la más frecuente en los adultos. Hay grasa y brillo en las zonas mencionadas, y sequedad en las mejillas.
¿Te falta agua? La deshidratación aparece también en las pieles más grasas, sobre todo si usas productos muy agresivos.