La función principal del riñón es mantener el volumen y la composición del líquido extracelular. Eso también le permite contribuir a la regulación del volumen y la composición del líquido intracelular. Para acometer esta importante tarea el riñón excreta tanto el exceso de líquido y minerales procedentes de la dieta, como los
productos inservibles derivados del metabolismo (urea, creatinina…). En cambio, en una situación de deshidratación, la excreción renal puede reducirse, lo que evita la pérdida excesiva, o incluso grave, de agua o minerales.
Los riñones trabajan incesantemente las 24 horas del día. Pasan por ellos unos 180-200 litros de sangre a diario, para generar un litro y medio de orina. Esto es resultado de dos procesos opuestos: el filtrado de la sangre a través de los capilares renales y la reabsorción de más del 99% de este filtrado, en los denominados túbulos renales. De esta manera, el riñón recupera casi todo el volumen de lo que primero ha filtrado.
Aunque la eliminación por la piel, los pulmones y el intestino contribuyen a esta capacidad excretora, la mayor responsabilidad en la excreción de agua sobrante y productos de desecho es del riñón.
Proteger la función renal
El riñón solo puede operar eficazmente si el volumen de agua que fluye a través de él es suficiente para arrastrar los productos de desecho que ha de eliminar. Por este motivo, la deshidratación es la mayor amenaza para el proceso de purificación sanguínea y la fuente más común de estrés renal. El tabaquismo, (que perjudica el flujo sanguíneo en todos los órganos), la hipertensión arterial, el consumo excesivo de alcohol, cafeína y otros estimulantes, la cifras altas de glucemia (diabetes mal controlada), y una dieta demasiado rica en proteínas pueden dañar al riñón.
El metabolismo de las proteínas, sobre todo las de origen animal, aumenta considerablemente su carga de trabajo. Una de las primeras precauciones que hay que tomar, pues, es seguir una dieta que no aporte una cantidad excesiva de proteínas. El motivo es bien sencillo. El organismo necesita una cantidad diaria de proteínas que no llega a 1 gramo por kilo de peso corporal. Si se toman más, el metabolismo no las almacena, como sí hace con las grasas (tejido adiposo) o los hidratos de carbono (glucógeno), sino que las utiliza a modo de combustible y, en ese proceso, se generan productos metabólicos de desecho, como la urea y la creatinina, que deben ser eliminados por el riñón.
Por otro lado, si se detectan proteínas en la orina (proteinuria), hay que confirmar su presencia con otro análisis y, en caso de corroborarse, determinar su causa. Como el riñón solo filtra agua, minerales y moléculas pequeñas, ya que la mayoría de proteínas son demasiado grandes, su presencia en la orina significa que el filtro está dañado, de forma temporal o irreversible. Puede ser debido a enfermedades como las nefritis (normalmente autoinmunes), que causan daño inflamatorio al riñón, la diabetes o la hipertensión arterial.
La capacidad de trabajo de los riñones supera con creces la necesaria. Algunas personas nacen con un solo riñón y mantienen una vida completamente normal, igual que las personas que donan un riñón a un familiar o amigo. Pequeños descensos en la función renal no causan problemas, pero a veces esas pequeñas disminuciones señalan que hay una enfermedad que afecta al riñón y que puede empeorar con el tiempo. Los problemas importantes, ya hospitalarios, aparecen cuando la función renal cae por debajo del 25%. Con menos del 15% solo la hemodiálisis o el trasplante renal pueden salvar la vida.
Tres medidas para proteger los riñones
Seguir una dieta con la cantidad de proteínas aconsejada por la OMS: solo el 10-15% de las calorías consumidas al día debería proceder de alimentos ricos en proteínas.
No permitir que el organismo se deshidrate. Para ello beber abundante agua (de 6 a 8 vasos de agua, infusiones, o refrescos sin cafeína ni edulcorantes).
Evitar los fármacos que perjudican a los riñones, como los antiinflamatorios, incluido el ibuprofeno.
Beber agua para adelgazar
La idea de que beber agua puede acelerar la pérdida de peso es cada vez más popular. Algunos experimentos han demostrado que las personas que beben 500 ml (2 vasos) de agua antes de cada comida pierden más kilos que las que mantienen su consumo habitual. Las razones todavía no se han identificado, aunque la lógica indica que hacerlo puede aumentar la sensación de plenitud gástrica.
Los diuréticos, naturales o de farmacia, aumentan la cantidad de orina excretada. La retención de líquidos a causa de una enfermedad sí justifica su consumo, para evitar que desemboque en una insuficiencia cardiaca congestiva o un edema agudo de pulmón, por ejemplo. En cambio, en el consumo de diuréticos para bajar de peso, la pérdida de kilos es solo temporal, y no se debe a la pérdida de tejido adiposo sino de agua, con el riesgo que ello entraña. El uso o abuso prolongado de diuréticos sin supervisión médica puede conducir a la deshidratación y causar daño renal y un desequilibrio en los niveles normales de minerales como el sodio y el potasio, esenciales para las funciones cardiaca, renal y hepática.
Para tratar una retención de líquidos leve o moderada, como la del síndrome premenstrual, lo mejor es evitar la sal y los alimentos ricos en sodio. Hortalizas como el apio, la cebolla, la berenjena o el espárrago, y frutas como la sandía o el limón ejercen un suave efecto diurético. Además, plantas como el diente de león, las barbas (estilos) del maíz o la reina de los prados son usadas como diuréticos naturales. Si se padece una enfermedad que precisa tratamiento con diuréticos (insuficiencia cardiaca, hipertensión arterial), estos remedios naturales pueden ayudar a disminuir la dosis de diurético de síntesis química, bajo control médico.
Las engorrosas cistitis
Se calcula que más del 20% de las mujeres desarrolla como mínimo una infección del tracto urinario en algún momento de su vida. La cistitis (infección de la vejiga) es la más frecuente, y mucho más común en la mujer que en el hombre a causa de la mayor proximidad de la vejiga con el exterior.
En condiciones normales, la vejiga y la orina están libres de microorganismos. Una vez los riñones han elaborado la orina, esta desciende hacia la vejiga a través de los uréteres, se almacena en ella y luego sale al exterior a través de la uretra. Las infecciones pueden darse en el tracto urinario bajo (vejiga y uretra) o en el alto (uréteres y riñones). Los microorganismos pueden entrar a través de la uretra o de la sangre.
Las infecciones bacterianas por vía uretral son las más frecuentes. Escherichia coli, la bacteria responsable de la mayoría de infecciones urinarias, es inofensiva en el intestino, donde suele residir, pero se convierte en un problema cuando accede al tracto urinario.
Entre los factores que aumentan el riesgo de padecer cistitis se encuentran: la edad (tras la menopausia se produce una disminución de bacterias beneficiosas en la vagina, que mantienen a las bacterias patógenas bajo control); la actividad sexual (las relaciones frecuentes aumentan el riesgo de cistitis); el embarazo (el 10% de mujeres embarazadas tiene bacterias en la orina); el uso de antibióticos (algunos antibióticos eliminan bacterias beneficiosas en la vagina, lo que facilita la colonización por E. coli); y la tendencia a la deshidratación.
Consejos para prevenir la cistitis
Evitar la ropa interior muy ceñida: e mejor utilizar prendas de algodón y lavarlas con detergentes suaves.
No retener la orina.
Beber suficiente agua y evitar el exceso de cafeína y el alcohol.
Mantener una buena higiene antes y después de las relaciones sexuales. Limpiarse siempre de delante atrás.
Probar una crema vaginal a base de estrógenos en la posmenopausia, pues los estrógenos aumentan la presencia de bacterias beneficiosas que ayudan a controlar a las invasivas.
Tomar extracto de arándanos, que disminuyen el pH de la orina y evitan que las bacterias se adhieran a las paredes de la vejiga (también tienen ese efecto las infusiones de gayuba). Se pueden tomar en zumo, extracto o cápsulas.
¿Hay que forzarse a beber agua?
Una forma de saber si se está bebiendo suficiente agua consiste en ver si se orina lo suficiente (1,2-1,5 litros/día). Lo lógico es notar un aumento en la cantidad de orina al beber más líquidos, y el color de la orina debería ser más claro. Sin embargo, para la acupuntura tanto la cantidad de orina como su apariencia están relacionadas también con otros aspectos como el exceso o deficiencia de yin (frío) o de yang (calor) en el organismo. La deficiencia de yang localizada en el riñón, algo frecuente en caso de cansancio crónico, puede generar orina abundante, frecuente y clara, mientras que el exceso de yang renal puede causar lo contrario, orina escasa y oscura. Por ello, no siempre una orina abundante y clara es garantía de equilibrio.
Claves para prevenir los cólicos de riñón
Las piedras en el riñón (litiasis) son uno de los motivos frecuentes de consulta al urólogo. Durante los cólicos o en el proceso de eliminación provocan un dolor intenso. Para evitar llegar ahí se pueden tomar algunas medidas.
Atención a los oxalatos. Los cálculos renales se forman cuando la orina es muy concentrada y los solutos que contiene se cristalizan. Más del 75% de los cálculos renales son de oxalato cálcico, en cuyo caso hay que evitar los alimentos ricos en oxalatos, como espinacas, ruibarbo, cacao, remolacha, judía verde, acelga, frambuesa, fresa, mora, té o ciruelas.
Zumo de limón. El citrato (presente en el zumo de limón) evita la formación de estos cálculos porque inmoviliza el calcio antes de que cristalice.
Moderar las proteínas. Las dietas que contienen demasiadas proteínas –o excesivos suplementos de vitamina C o de calcio– pueden favorecer la formación de cálculos renales.
Trastornos asociados. Por su parte, las infecciones del tracto urinario, las enfermedades como la poliquistosis renal, el aumento del ácido úrico y alteraciones endocrinas como el hiperparatiroidismo también aumentan el riesgo de padecer litiasis renal.
El tratamiento médico de un cólico de riñón es a base de analgésicos y espasmolíticos. Posteriormente la persona debe beber abundante agua y a veces seguir unos días más con fármacos. La cirugía solo es precisa en los de cálculos de gran tamaño, que causan dolor constante y obstruyen el flujo de orina.
Medidas dietéticas que conviene tener en cuenta
Evitar el café. Aumenta la eliminación de calcio por la orina.
Disminuir el consumo de sal y de proteína animal (sobre todo carne roja), pues estimulan la formación de cálculos.
Tomar suplementos de potasio y alimentos con mucha fibra. Los dos pueden reducir los niveles de calcio en la orina.
Tomar suplementos de citrato cálcico. Se une a los oxalatos de la dieta y se eliminan por vía intestinal como oxalato cálcico.
Añadir zumo de limón al agua para beber.