La alcachofa pertenece a la familia de las asteráceas como el girasol. Está formada por un receptáculo floral comestible, llamado comúnmente corazón, recubierto de hojas que se agrupan formando una especie de piña. Rica en hidratos de carbono y fibra, esta hortaliza ayuda a obstaculizar la absorción de grasas y azúcares, y favorece el vaciado intestinal. Su sabor es ligeramente áspero y amargo. Aunque suele consumirse hervida, al horno, frita, guisada o salteada, los corazones de los ejemplares más tiernos pueden laminarse y consumirse crudos en ensalada, conservando de esta manera todas sus propiedades nutricionales.
Hortaliza mediterránea
Originaria de la cuenca mediterránea, aparece representada en pinturas del antiguo Egipto, así como mencionada en diversos textos de escritores romanos. El famoso médico griego Galeno escribió también numerosas indicaciones sobre esta apreciada hortaliza.
Depurativa y diurética
Su sabor amargo es debido a la cinarina, una sustancia que aumenta la excreción biliar del colesterol y su transformación en ácidos biliares, lo que consigue reducir el colesterol y los triglicéridos. Su alto contenido en agua la convierte también en un excelente diurético y regulador renal.
Rica en vitaminas
La alcachofa destaca por su gran contenido en vitaminas del grupo B, concretamente B³ y B¹, que son fundamentales para el correcto funcionamiento del organismo. También posee cantidades apreciables de vitaminas C y E. El potasio, regulador del sistema nervioso y la actividad muscular, es el mineral más abundante, aunque también contiene fósforo y calcio.
Composición nutricional
Perfecta para el organismo, la alcachofa está llena de ventajas. En 100 g de producto encontramos:
Energía: 21,60 kcal
Hidratos de carbono: 9 g
Fibra: 10 g
Grasa: 0,12 g
Proteínas: 2,40
Potasio: 353 mg
Fósforo: 130 mg
Calcio: 53 mg
Vitamina C: 7,60 mg
Vitamina B¹: 0,14 mg
Vitamina B³: 0,90 mg
Vitamina E: 0,19 mg