A lo largo de mi vida, he tenido varias oportunidades de ser invitado a utilizar este medio de transporte. La época dorada de la aviación privada comenzó en la década de 1960 con la introducción del Learjet 23, el primer jet construido específicamente para este propósito. Desde entonces, la aviación privada ha estado solamente reservada para multimillonarios, realeza, ejecutivos de negocios y celebridades. Hoy en día, viajar en un jet privado continúa siendo una seña de distinción y es una experiencia maravillosa.
Una de las principales ventajas de recorrer el mundo en jet es la flexibilidad en horarios. Los vuelos privados permiten ajustar la hora de salida según tus necesidades, eliminando esa pesada rigidez e interminables colas que nos encontramos en las aerolíneas comerciales. Además, en nuestro país, los jets privados operan en aeropuertos más pequeños y menos concurridos, lo que reduce de manera considerable tu tiempo de espera y los trámites de seguridad que debes pasar.
Este método de transporte ofrece la posibilidad de ahorrarte escalas innecesarias, ya que generalmente una aeronave de estas características vuela directamente al destino final, ahorrando al viajero mucho tiempo de espera. Sin embargo, esta exclusividad viene acompañada de una serie de normas cívicas que aseguran que todos a bordo disfruten de un vuelo placentero y memorable. Basándome en mis experiencias personales, aquí te presento cinco recomendaciones clave de lo que no debes hacer si te encuentras entre los afortunados pasajeros de un jet privado.
A lo largo de mi vida, he tenido varias oportunidades de ser invitado a utilizar este medio de transporte. La época dorada de la aviación privada comenzó en la década de 1960 con la introducción del Learjet 23, el primer jet construido específicamente para este propósito. Desde entonces, la aviación privada ha estado reservada para multimillonarios, realeza, ejecutivos de negocios y celebridades. Hoy en día, viajar en un jet privado continúa siendo una seña de distinción y es una experiencia maravillosa.
Llegar tarde
La puntualidad es más que una cortesía cuando se trata de vuelos privados; es una obligación. A diferencia de los vuelos comerciales, cada minuto cuenta en un jet privado. Recuerdo que una vez casi pierdo un vuelo desde Nueva York a Los Ángeles por un pequeño retraso en la carretera. No solo incomodó a mi famoso anfitrión, sino que también complicó nuestro itinerario. Como regla general, asegúrate de llegar al menos 15 minutos antes de la hora programada, pues este sencillo gesto es una muestra de respeto hacia quienes te han invitado.
Cortesía Gustavo Egusquiza
Vestirse inapropiadamente
Considera tu atuendo con cuidado. Al volar en un jet privado, quieres proyectar una imagen que sea simultáneamente cómoda y apropiada. Aunque nadie espera un atuendo formal de gala, llegar vestido demasiado casual puede ser un error garrafal. Tu elección de ropa informal te hará destacar negativamente entre aquellos que opten por un estilo casual elegante. La lección es clara: a menos que se te indique lo contrario, opta por atuendos que reflejen tanto tu estilo como el evento o destino al que te diriges.
Abusar del alcohol
Si bien la oferta de bebidas exclusivas en un jet privado puede ser tentadora, es importante recordar que este no es un bar del Oeste Americano sin reglas. Si te excedes con el alcohol, puede que tu comportamiento se torne perturbador, creando una situación incómoda para los demás pasajeros y obligando al anfitrión a intervenir. La moderación no solo es inteligente, sino también respetuosa hacia todos tus compañeros de a bordo.
No respetar el espacio personal
En el ambiente íntimo de un jet privado, cada pasajero aprecia su propio espacio. Evita comportamientos que puedan invadir el espacio físico o emocional de otros pasajeros. En una ocasión presencié cómo una celebrity muy conocida de nuestro país, al extenderse imprudentemente con el número de maletas, generó una atmósfera de tensión en un vuelo a París. Es fundamental ser consciente de los límites y mantener tus posesiones organizadas y fuera de la vista para asegurar un ambiente armonioso.
No agradecer al anfitrión
Mostrar gratitud es un gesto que siempre debe formar parte de tu experiencia de vuelo. Si te bajas del vuelo sin siquiera un agradecimiento al anfitrión, dejará una impresión muy negativa. Una muestra de aprecio sincero, ya sea mediante una nota, un pequeño obsequio, o simplemente unas palabras de agradecimiento al desembarcar, puede marcar la diferencia entre volver a ser invitado o no.