La educación es una de las herramientas más poderosas que poseemos para transformar el mundo y nuestras vidas. Pero el concepto que tenemos de “educación” es, a menudo, erróneo. Pensamos en la educación como un medio para adquirir conocimientos específicos: memorizar fechas históricas, las leyes de la física o la tabla periódica. Sin embargo, más allá de aprobar exámenes y pasar cursos, la educación debería darnos la base para tomar decisiones y ayudarnos a enfrentar los retos que plantea la vida. ¿Crees que actualmente la educación cumple con esta función?
Lo cierto es que no. Al menos, no en muchos casos. El psicólogo B. F. Skinner fue uno de los expertos que alzó la voz en los 80, denunciando las carencias de un sistema educativo que no dista demasiado del actual. Y es suya la cita que traemos hoy, que todos, en nuestro papel de educadores y educados, deberíamos tener en cuenta. Padres y profesores, esto os interesa especialmente.
El experto en comportamiento y conducta defendía como una de sus teorías de psicología que "ser recompensado cuando haces algo bueno es un refuerzo positivo. Además de que te quiten cosas cuando haces algo malo que son refuerzos negativos. Cuando tus padres te dicen 'buen trabajo' cuando consigas algo piensa en mi teoría de refuerzo positivo".
¿Qué 'debería' ser la educación?
Cuando pensamos en educación, imaginamos aulas, libros de textos, pizarras y datos interminables que debemos memorizar para aprobar exámenes. Hay quienes negarían que a eso se le pueda llamar realmente educación. Uno de ellos sería el excepcional psicólogo Burrhus Frederic Skinner, al que se le atribuye esta famosa cita: “La educación es lo que sobrevive cuando lo aprendido ha sido olvidado”.
@burrhus.frederic.skinner
Skinner fue una de las mentes más influyentes del siglo XX, un pionero del conductismo, corriente de la psicología que estudia cómo el entorno moldea el comportamiento. Para él, y para los seguidores de su teoría, la educación era mucho más que transmitir información. Debía ser un proceso transformador que debía centrarse en generar aprendizajes útiles y duraderos, en lugar de aportar conocimientos efímeros.
Y es que, si bien la memoria puede ayudarnos a aprobar exámenes, los contenidos específicos se desvanecen con el tiempo. En cambio, la verdadera educación deja un impacto duradero, algo que permanece incluso cuando hemos olvidado lo aprendido.
Las tres enseñanzas de B.F. Skinner
La frase de Skinner, más allá de redefinir lo que entendemos por educación, nos ofrece unas valiosas lecciones que deberían interesarnos a todos, y especialmente a todo aquel que ejerce de educador en cualquier momento de su vida. De ella se desprenden tres ideas fundamentales, que nos invitan a reflexionar sobre el verdadero propósito de enseñar y aprender.
El valor duradero de la educación
Con su frase, Skinner nos recuerda algo muy importante. La educación, a diferencia de aquello que memorizamos, no puede olvidarse jamás. Es decir, eso a lo que llamamos educación no consiste en acumular datos o hechos, sino en formar hábitos, actitudes y competencias que persistan más allá del olvido de los detalles concretos.
Un estudiante puede no recordar las fechas exactas de las guerras que estudió, pero sí conservará su capacidad para analizar conflictos o entender las consecuencias históricas de las decisiones humanas si contó con un buen profesor.
Es por eso por lo que una de las más importantes teorías del psicólogo fue la del condicionamiento operante. Sin entrar en detalles, esta teoría plantea que el aprendizaje es más efectivo cuando refuerza conductas adaptativas y aplicables en la vida. En otras palabras, la educación debe centrarse en formar a personas capaces de aplicar lo aprendido, no solo de recordarlo.
El aprendizaje como transformación personal
Más allá de impartir conocimientos, la educación tiene el poder de transformar a las personas. Eso aseguraba Skinner, que como autor difundió la idea de que la educación debía moldear habilidades tan fundamentales como el pensamiento crítico, la resolución de problemas y la adaptabilidad.
Incluso cuando los contenidos específicos pasen al olvido, estas habilidades permanecerán. Un alumno que aprenda a analizar críticamente un texto no solo será capaz de interpretar lo que lee, también podrá cuestionar la información obtenida, tomar decisiones informadas y enfrentarse a situaciones complejas en su vida personal y profesional.
La distinción entre información y formación
La tercera lección que nos deja esta cita de B.F. Skinner es que la debemos diferenciar claramente dos conceptos: información y formación. La información es efímera, puede perderse con el tiempo, contradecirse y discutirse. La formación es integral y duradera.
Por tanto, convertirnos en personas educadas no se trata solo de cuánto sabemos, sino de cómo ese conocimiento transforma nuestra manera de pensar y actuar.
Por ejemplo, memorizar fórmulas matemáticas tiene un valor limitado si no se comprende su aplicación práctica. Quizá te sirva para el trivial, pero no para solucionar problemas matemáticos. En cambio, desarrollar la capacidad de razonar, identificar patrones o resolver problemas (que debería ser el auténtico interés de aprender matemáticas) deja una huella profunda que trasciende las aulas y se aplica en múltiples contextos.