No es sorpresa para nadie que hablemos de personas tóxicas o “vampiros emocionales”. Este término que se ha popularizado tanto hace referencia a determinados perfiles que, por alguna razón u otra, te hacen sentir emocionalmente frágil, que afectan a tu autoestima y hasta agotan tu energía.
Así lo explica Mapi Hermida, directiva y creativa española, en su nuevo libro, Sí te da la vida, en la que explora la manera en la que podemos usar nuestro tiempo para darle valor. Pero no como harían los hombres de traje de Silicon Valley. No, el valor del que nos habla Hermida es el de la felicidad. Ella apuesta por un modelo de tiempo de calidad, en el que nunca falte espacio para lo que nos hace feliz. Pero para conseguir ese espacio, tenemos que dejar fuera todo aquello que nos resta. Y eso incluye a aquellas personas a las que ella llama los “robapensamientos”.
mapihermida
Un caso real
En el libro, Hermida explica que ella misma ha sido víctima de este tipo de perfil. Tenía un compañero de trabajo con el que era imposible trabajar. Le hacía mansplaning, era paternalista y se refería al equipo de comunicación (en el que trabajaban muchas mujeres) como “las niñas”. Este tipo de situación se volvió tan tóxica para ella, que llegó a sentir que le robaba los pensamientos, la vida y el tiempo.
“Salía a correr por la mañana, me ponía las zapatillas y mi pódcast, y en lugar de disfrutar, tenía pensamientos recurrentes sobre él”, escribe la directiva, “era como si mi compañero corriese conmigo, a mi lado, con sus zapatillas puestas. Luego, le llevaba en mi coche, o de viaje”.
Si has sido víctima de algún perfil tóxico en tu vida (y todos hemos tenido alguna vez uno), es probable que te sientas identificada con sus palabras. Para ella, la solución fue cambiar de compañía, aunque esta, por desgracia, no es una solución al alcance de todos.
Cuota de mente
Basándose en su experiencia, Hermida nos explica que “hay personas tóxicas que nos hacen sentir vulnerables o inseguros, que nos roban nuestros pensamientos, porque sin cesar nos preguntamos cómo será el siguiente encuentro, cómo responderemos, como reaccionará esa persona”.
Este tipo de personas, cuando forman parte de tu vida diaria, secuestran tus pensamientos y te roban tu energía, tu atención y la vida entera, asegura la directiva. Por eso debemos entender que nuestra mente tiene lo que ella llama “una cuota de mente”.
Pero, ¿qué es esto de la cuota de mente? Hermida compara la mente con algo que conoce a la perfección, el mercado. Es así como extrapola el término de “cuota de mercado” al plano de mental y emocional. “Por nuestro cerebro pasan diariamente millones de pensamientos al día”, asegura, “y ocupan diferentes partes de nuestra mente. Por eso hay que acotarlas”.
Para hacerlo, nos propone entender que gestionar el tiempo no es, sencillamente, apuntar en una agenda lo que vamos a hacer durante el día, controlarlo en un sentido material y físico. También tenemos que gestionar el tiempo en que pensamos, “porque pensar también es hacer”, concluye la autora.
Las creencias irracionales
Cortar por lo sano es la forma más inmediata de acabar con los robapensamientos, pero no siempre es posible hacerlo. Es por eso por lo que Hermida nos propone el método de Albert Ellis, fundador de la terapia racional emotivo conductual, que identifica una serie de creencias irracionales que son comunes y que “a menudo son provocadas por los robapensamientos”.
Y es que, muchas veces, no es solo lo que la otra persona dice o hace. Es lo que tú crees que debes tolerar. Las personas tóxicas encuentran terreno fértil en nuestras creencias limitantes, esas ideas que arrastramos desde la infancia y que nos hacen vulnerables a su influencia. Aprender a identificarlas es clave para recuperar ese espacio mental.
- Necesidad de aprobación. Si crees que debes gustarle a todo el mundo, será difícil poner límites. Cedes, callas y justificas lo injustificable solo para no caer mal. Esa necesidad les da a los demás más poder del que deberían tener sobre ti.
- Perfección. Cuando te exiges hacerlo todo perfecto, cualquier crítica o juicio, por malintencionado que sea, se cuela por la rendija de tu autoexigencia. Así, una persona tóxica puede hacerte dudar incluso de tus mayores logros.
- Culpa catastrófica. Hay quien se siente culpable por todo: por decir que no, por irse a tiempo, por priorizarse. Ese tipo de culpa es el mejor aliado de los robapensamientos, que saben cómo hacerte sentir mal por cuidarte.
- Incapacidad para soportar. Pensar que no puedes con el conflicto, con la incomodidad y con el rechazo te convierte en rehén. Huir de esas sensaciones no evita el daño, lo prolonga.
- Dependencia. Si crees que necesitas a alguien para estar bien, sea una pareja, un jefe o un amigo, le das la llave de tu paz mental. Esa dependencia emocional permite que otros gestionen tu ánimo a su antojo.
- Preocupación por el futuro. Cuando te enganchas al “¿y sí…?”, tu atención deja de estar en lo que te está pasando hoy. Los robapensamientos ocupan ese hueco con su drama, y tú pierdes el control.
- El pasado como determinante. Si te repites que “siempre ha sido así” o “yo soy así porque me pasó tal cosa”, te resignas. No cuestionas, no cambia, y dejas que el patrón se repita una y otra vez.
- Control externo. Creer que tu bienestar depende de lo que hagas otros, o de lo que no haga, es otro anzuelo. Es el escenario perfecto para que las personas tóxicas manipulen tus emociones.
- Autoestima condicionada. Si solo te valoras cuando todo va bien o cuando te halagan, basta un comentario hiriente para hundirte. Ese vaivén emocional les da poder a los que menos deberían tenerlo.
- Desamparo aprendido. Esta creencia te susurra que no hay salida, que nada va a cambiar, que lo mejor es aguantar. Pero no es verdad. Reconocer esta trampa es empezar a recuperar tu voz y tu espacio.