Pocas personas han marcado la vida de tantos como Michael Ende. Si creciste con películas como La historia interminable (o la serie de dibujos, o el libro) sabes de lo que te estoy hablando. Pero de todas sus obras, Momo es, probablemente, la que más nos habla desde una rabiosa actualidad. Los famosos Hombres Grises han salido del cuento y se han apoderado de una sociedad a la que cada vez le cuesta más disfrutar de su tiempo.
Seguro que tú misma te has descubierto diciendo alguna vez “no me da la vida” o pensando que cuando termines la carrera, cuando tengas vacaciones, cuando acabes ese proyecto, cuando los niños crezcan o cuando te jubiles, al fin podrás disfrutar de lo que te apasiona. Pero ya en este precioso clásico infantil, Ende nos recordaba una lección que muchos hemos olvidado al crecer. Que “el tiempo es vida, y la vida reside en el corazón”.
La enfermedad de los Hombres Grises
“Al principio uno no nota gran cosa”, explica el Maestro Hora a la joven Momo casi al final del libro. Si no lo has leído, aquí tienes una breve sinopsis. Momo es una niña especial, diferente a todas las demás porque tiene el don de hacer sentir bien a las personas. Con ayuda de una tortuga llamada Casiopea y sus amigos debe enfrentarse a los Hombres Grises, unas criaturas de apariencia humana que intentan apoderarse del tiempo de las personas. Y lo hacen envenenándolas con una terrible enfermedad.
De ella le habla el Maestro Hora, su guía en esta batalla. Los síntomas son paulatinos, pero “un día uno ya no tiene ganas de hacer nada. No le interesa nada, se aburre. Pero esa desgana no desaparece, sino que se queda y va aumentando poco a poco. Va empeorando de día en día, de semana en semana. Uno se siente cada vez más malhumorado, con un vacío más grande en su interior, cada vez más insatisfecho consigo mismo y con el mundo”. Las palabras de Ende en este clásico que hacen que el vello se ponga de punta, porque todo aquel que ha sido adulto ha sentido sus síntomas alguna vez.
Detalle de la portada de una edición de Momo
“Después ese sentimiento va cediendo”, continúa explicando el Maestro Hora, “y uno ya no siente nada en absoluto. Todo es indiferente y gris, el mundo te resulta extraño y no te importa ya nada. Ya no se siente ni ira ni entusiasmo, uno ya no puede alegrarse por nada ni entristecerse por nada, se olvida de reír y de llorar. En ese momento uno siente frío en su interior y ya no puede amar a nadie ni a nada”.
¿Quiénes son los Hombres Grises?
Si te has sentido identificada, aunque sea de forma fugaz, con las palabras del Maestro Hora, es que has sido víctima de los Hombres Grises. Y es que, aunque Ende nos habla en un lenguaje metafórico y orientado a los más pequeños, sus palabras esconden una verdad que no pasa desapercibida al lector adulto.
Los Hombres Grises representan en la obra los valores negativos de la sociedad. El materialismo, el consumismo… Todo aquello que nos roba el tiempo sin que nos demos cuenta. Porque en nuestra sociedad, entregamos el tiempo a infinidad de cosas sin sentido.
¿Cuántas horas extras has hecho sin medir lo que te perdías de tu vida en ese tiempo? ¿Cuántas le has regalado al scroll infinito de las redes sociales? ¿Cuántas a ganar dinero que has gastado en tonterías? ¿Cuántas a darle vueltas al pasado y al futuro, sin llegar a ninguna parte? En cada una de estas circunstancias, has cedido tu tiempo a los Hombres Grises, y te has acercado a esa enfermedad de la que nos habla Ende en su libro.
Entender que, como escribe el autor, “cada uno tiene su propio tiempo, y solo mientras sigue siendo suyo se mantiene vivo”, es clave para recuperarlo y empezar a vivir mejor.
Las horas estelares
El Maestro Hora tiene mucho que enseñar a Momo, y tiene mucho que enseñarnos a nosotros. Es el guardián del tiempo de todos los humanos, y como tal conoce su verdadero valor.
¿De dónde viene el tiempo?, nos pregunta Ende. Y su respuesta es, del corazón. “Al igual que tenéis ojos para ver la luz”, explica el Maestro Hora, “tenéis un corazón para percibir el tiempo. Y todo el tiempo que no se percibe con el corazón, está tan perdido como los colores del arco iris para un ciego”.
“Por desgracia”, continua, “existen corazones ciegos y sordos que no perciben nada, aunque tengan latido”.
Una vez más, lejos de ser una simple metáfora, Ende nos da una clave que jamás debemos olvidar. El tiempo no lo percibimos con un reloj, ni en el calendario. Lo percibimos en el corazón. Y para disfrutarlo, nos dice el Maestro Hora, tan solo debemos prestar atención y dejarnos llevar por él. Así aprenderemos a detectar las horas estelares, aquellas en las que todo puede suceder.
Al final, Momo nos habla de algo tan esencial y básico como aprender a disfrutar del presente. Si sientes que los Hombres Grises te han robado tu tiempo, esta es tu señal para apagarlo todo, cerrar los ojos y estar en el presente. Siente tu corazón, deja que las horas pasen y disfruta. Porque “el tiempo es vida, y la vida reside en el corazón”.