Brené Brown, profesora de la Universidad de Houston: “Cuando nos permitimos sentirnos incómodos es cuando realmente aprendemos y crecemos”

La autora de Los dones de la imperfección desmonta la creencia de que mostrarnos vulnerables nos debilita. Al contrario: según sus estudios, es la única forma de construir relaciones auténticas, avanzar en la vida y sentirnos realmente satisfechos

Celia Pérez
Celia Pérez León

Periodista especializada en lifestyle y cultura

Brené Brown

¿Te consideras una persona perfeccionista? Si crees que solo hay una forma correcta de hacer las cosas, y piensas que nada es nunca suficientemente bueno, la respuesta es claramente sí. Lo que quizá no sepas es que este perfeccionismo no solo te está restando bienestar y felicidad, sino que, además, está limitando tu crecimiento.

Así lo explica Brené Brown, profesora de la Universidad de Houston y escritora que ha dedicado buena parte de su vida al estudio de la vulnerabilidad, el coraje, la vergüenza y la empatía. Es ella la que asegura que “cuando nos permitimos sentirnos incómodos es cuando realmente aprendemos y crecemos”. Y para ello, debemos dejar de lado ese perfeccionismo tóxico que tanto nos limita.

La vulnerabilidad y el perfeccionismo

Considerarte a ti misma una persona perfeccionista es colocarte sobre la cabeza un cartel que dice: “Esta persona hace todo lo posible por ser perfecta”. Y la trampa es que, en realidad, la perfección no existe. Exigirte a ti misma cumplir con este ideal significa que debes poder con todo sola, que sabes la solución para cada problema y que jamás, bajo ningún concepto, puedes equivocarte. ¿Dónde queda, en este esquema, espacio para la vulnerabilidad?

Si eres perfeccionista, quizá una voz dentro de ti te diga que ser vulnerable es sinónimo de ser débil, pero Brené Brown no estaría de acuerdo contigo. De hecho, para la experta solo cuando damos espacio a esa vulnerabilidad, cuando nos permitimos sentirnos incómodos, podemos crecer. Solo por medio del error, podemos aprender.

Y es que, para Brown, la vulnerabilidad no es debilidad. Es la incertidumbre, el riesgo y la exposición emocional. Para hacerles frente hace falta mucha fuerza y valentía. Por extensión, la experta defiende que la vulnerabilidad es una fuente de coraje y fortaleza.

Sin embargo, para poder abrazar esta vulnerabilidad, primero debes aceptar que no puedes controlarlo todo. Y aun así, estás dispuesta a exponerte, a enseñarte al mundo tal y como eres.

La trampa de la vergüenza

Si la vulnerabilidad, que es la antítesis del perfeccionismo, significa exponernos ante los demás tal y como somos, sin duda una de sus amenazas es la vergüenza.

La vergüenza, nos explica Brown, nos hace sentir que no somos dignos. Que no merecemos conectar con los demás. Que no somos suficientes. Por suerte, podemos hacerle frente a la vergüenza aplicando las cuatro estrategias que la profesora de Houston nos recomienda.

Autoaceptación

Aceptarse a uno mismo tal cual es, con sus defectos y virtudes, no significa resignarse. Significa reconocer que lo que somos aquí y ahora, con lo bueno y lo malo, ya es suficiente.

Cuando vivimos dominadas por la vergüenza, el diálogo interno se llena de exigencias y reproches. Pero solo cuando aprendemos a decirnos “soy así, y es suficiente”, podemos empezar a liberarnos de la necesidad de aprobación externa. La autoaceptación es el primer paso hacia una vida más auténtica.

Autocompasión

Si tu mejor amiga estuviera pasando por un mal momento, ¿la culparías por sentirse así? ¿Le dirías que es débil por tener miedo o por no estar haciéndolo todo a la perfección? Seguramente no.

Entonces, ¿por qué te lo haces a ti misma? La autocompasión implica hablarte con amabilidad, especialmente cuando fallas, cuando no llegas, cuando no puedes más. Es una forma de recordarte que el sufrimiento es parte de la experiencia humana y que no necesitas ser perfecta para merecer amor y respeto.

Autenticidad

La vergüenza y el perfeccionismo hacen que, en ocasiones, adoptemos máscaras para sentirnos aceptadas. Nos vestimos de mujer fuerte, eficiente, de persona que siempre está bien. Pero cuanto más nos esforzamos en mantener esas apariencias, más lejos estamos de nosotras mismas.

Ser auténtica no es fácil. Implica decir lo que realmente piensas, mostrar lo que sientes, compartir tus inseguridades. Pero solo así las conexiones que creas serán reales. Como dice Brown, “la autenticidad es la práctica diaria de librarnos de lo que creemos que deberíamos ser y abrazar, en cambio, lo que realmente somos”.

Confianza

La vergüenza no puede sobrevivir en entornos seguros. Por eso es tan importante rodearnos de personas en quienes puedas confiar, con quienes puedas compartir lo que sientes sin miedo a ser juzgada.

La confianza se construye, por supuesto, poco a poco, mostrando pequeños fragmentos de vulnerabilidad y comprobando que esa apertura es recibida con empatía. Brown insiste en que la confianza no es algo que se da por sentado, se gana, se cuida, se construye con cada acto de honestidad y conexión sincera.

Superar todos estos desafíos tiene una valiosa recompensa: solo al ser vulnerables podemos formar relaciones realmente significativas. Y como indican todos los estudios, son estas relaciones las que determinan, en última instancia, nuestro nivel de felicidad vital.