El 22 de noviembre de 1963, el mundo quedó consternado por el atentado que le costó la vida a John Fitzerald Kennedy, el primer presidente católico de EE UU y el más joven de la historia en salir elegido para acceder a la Casa Blanca. Tenía solo 43 años. El magnicidio se produjo cuando paseaba junto a su esposa, Jackie, en coche descubierto por la calle Elm, en Dallas. Dos certeros disparos de rifle alcanzaron su cerebro y, media hora después, se certificó su muerte.
Oficialmente, el autor del atentado fue el exmarine Lee H. Oswald –que fue asesinado dos días después de su detención, por lo que nunca fue juzgado–, aunque, 60 años después y tras muchas teorías, incluida la de la conspiración, no se ha llegado a una conclusión determinante. Hasta 600 libros se han escrito sobre el asesinato de Kennedy sin que su muerte haya sido aclarada.
Jackie sobrevivió al atentado
Testigo de la muerte de su esposo fue Jackie, con quien JFK se había casado diez años atrás y con quien había tenido cuatro hijos, Arabella, que murió antes de nacer, Caroline (66 años), John John, muerto en 1999 en un accidente de aviación, y Patrick, fallecido en 1963, dos días después de su nacimiento por problema respiratorios.
Jackie sobrevivió al atentado, y aunque su vestido quedó manchado por las salpicaduras de la sangre de su marido, no fueron estas las huellas que más dejaron marcada a la primera dama de EE UU. El horror de ver morir, de manera tan cruel y violenta, a su marido, le causaron graves secuelas psicológicas.
Víctima de comentarios insidiosos
De cara a la galería, sin embargo, Jackie Kennedy mostraba una frialdad y unos comportamientos que no fueron comprendidos por parte de la opinión pública.
La revista Lecturas desvelaba en 1965 el secreto de su sonrisa congelada. "Jacqueline Kennedy sufre una parálisis a causa de la muerte de su marido", decía la revista. "Dos años después del asesinato de John Fitzgerald Kennedy, la imagen de su viuda sigue despertando comentarios insidiosos que poco tienen que ver con la realidad", explicaba Lecturas. "Se le afean conductas tan humanas como tomarse unas vacaciones en la playa y se le exige obediencia a costumbres arcaicas como mantener el luto un año entero".
Criticada por su semblante helado
Lo cierto es que para Jackie no fue nada fácil superar, ya no solo la trágica muerte de su marido, sino salir adelante con dos niños pequeños incapaces de entender por qué su padre ya no volvería nunca a darles un beso de buenas noches.
"A menudo los columnistas de sociedad estadounidenses critican el semblante helado de Jackie, desconociendo que se trata de un síntoma de su depresión. Según se ha revelado en la prensa de EE UU, su sonrisa oculta una enfermedad de carácter nervioso que preocupa a los médicos", relataba Lecturas. "Parece ser que sufre una parálisis psíquica que se da con frecuencia en las personas que han sufrido la repentina desaparición de un ser querido".
"Conozco una mujer que llora siempre: mi mamá", dijo Caroline
Esa parálisis era tan solo una secuela del tremendo shock que vivió cuando atentaron contra su marido en Dallas. La muerte de JFK no solo afectó al país más poderoso del mundo, sino también a esa familia que quedó descabezada y que lloraba su muerte.
"Prueba del calvario que pasa la ex primera dama es esta anécdota protagonizada por su hija Caroline", continúa relatando Lecturas. "Se ha filtrado que una de sus profesoras estaba dando una lección relativa a una mujer bíblica que 'lloraba como si no pudiera dejar de hacerlo', cuando la pequeña Caroline la interrumpió para decir: 'Conozco una una mujer que llora siempre: mi mamá". Caroline tenía seis años cuando asesinaron a su padre y John John, tres.
Pese a su corto mandato, dos años y diez meses, el matrimonio formado por John Fitzgerald Kennedy y Jacqueline Bouvier ha sido condiderado como el más icónico de cuantos han ocupado la Casa Blanca.