Hace 57 años, Joaquín Prat mostró su coqueto hogar, junto a su primera mujer y a sus dos hijas mayores, en exclusiva a la revista Lecturas

El presentador de ‘Un millón para el mejor’ nos recibió en su piso de la capital, donde demostró cómo se manejaba en las tareas domésticas en ausencia de su primera esposa, Anne, de vacaciones en su Irlanda natal

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Conchi Álvarez de Cienfuegos

Redactora Jefe digital de Lecturas

Joaquin Prat
Archivo Lecturas

Recordamos uno de los reportajes más llamativos publicados en la revista Lecturas durante el verano de 1968, cuando el presentador Joaquín Prat nos recibió en su madrileño piso para mostrarnos no solo cómo era, sino, además, cómo se manejaba cuando le tocaba quedarse solo en la ciudad. 

"En televisión se desempeña como nadie repartiendo dinero entre los españoles, pero en casa sufre más acometiendo labores tan mundanas como el lavado de platos o la cocina. Y, aun así, no lo hace nada mal. Joaquín Prat, el conductor del concurso ‘Un millón para el mejor’, nos recibe en su hogar durante la ausencia de su esposa, Anne McKiernan, que se encuentra de vacaciones con sus dos hijas (Annabel, de 5 años, y Susanne, de 3) en su Irlanda natal", se leía entonces en la publicación. 

Joaquin Prat
Archivo Lecturas

 

Conviene recordar que Joaquín Prat, el padre del conductor de 'Vamos a ver', estuvo dos veces casado. La primera de ellas fue con esta irlandesa de profundas convicciones religiosas junto a la que estrenó en la paternidad. La pareja se casó en 1963 y tuvieron dos retoños, dos pequeñas que acabarían convertidas en las hermanas mayores del resto de los hijos que Prat tuvo más adelante al lado de la danesa Marianne Sandberg. 

Joaquin Prat
Archivo Lecturas

"'¿Es Joaquín Prat ‘el mejor rodríguez’?", se preguntaba la publicación entonces, aludiendo a un término muy popular en la década de los 60 y los 70 y que hacía referencia a aquellos hombres que se quedaban trabajando en la ciudad mientras que su familia disfrutaba de los meses de veraneo. 

En 1968, mientras Joaquín Prat sacaba el embozo a la cama, enjabonaba una pareja de vasos y se preparaba algo de cena, nos decía que "no era de los mejores rodríguez". Pero sí que había una cosa en la que resultaba campeón: en echar de menos a los suyos. 

"Sí seré uno de los rodríguez que más añora a la familia. Cualquier cosa, un retrato o una muñeca de mis hijas, me pone tiernísimo”, decía con lágrimas en los ojos. 

Gracias a este reportaje, pudimos conocer cómo vivía en su piso de la capital una de las estrellas televisivas de entonces. Una vivienda con la que cualquiera que repasara la revista podía sentirse reflejado, y decorada al gusto de la época; en la que abundaba el papel pintado con motivos florales, la cocina con muebles metálicos y pequeños detalles religiosos que revelaban las costumbres de quien ahí vivía. 

Una durísima separación que duró más de una década

Este piso con cortinas beige y flores naranjas no fue, ni mucho menos, su vivienda definitiva. Ahí pasó la década de los sesenta, mientras duró su amor con Anne; cuando, a principios de los setenta ,conoció a Marianne en pleno vuelo, puesto que ella era azafata, inició una nueva vida a caballo entre Copenhague y Madrid. Su primera esposa se negaba a darle el divorcio, lo que le obligó a tener que pasar largas temporadas alejado de la familia que creó junto a la auxiliar de aviones. 

No fue hasta 1984 cuando, por fin, logró el divorcio definitivo de Anne y pudo establecerse en España junto a Marianne y los hijos que había tenido con ella: Joaquín jr., Alejandra, Federico. Al poco, nació la cuarta hija para Sandberg, y la sexta para Prat, Andrea.