Las comparecencias de Íñigo Errejón y Elisa Mouliaá ante el juez instructor de la causa que investiga al exportavoz de Sumar en el Congreso de los Diputados no deja de ocupar portadas, titulares y espacios diversos en programas e informativos. La versión del expolítico y el relato de su denunciante han pasado, casi una semana después, a un segundo plano por las críticas a Adolfo Carretero.
La forma en la que el magistrado interroga a la actriz ha enfadado a numerosas personas, que le acusan de ser excesivamente incisivo con ella y piadoso con él al realizar las preguntas. Una de ellas, sobre la posibilidad de que se pudiera haber resentido por un rechazo por parte del que fuera cofundador de Podemos, se ha hecho viral en las redes sociales y ha provocado una importante indignación entre quienes lo han compartido en sus perfiles.
En Lecturas hemos querido dar un paso más y hemos pedido a nuestra experta en comunicación no verbal, Vanessa Guerra, un análisis sobre lo que muestran los gestos y el comportamiento del investigado y su denunciante, en una declaración a la que ella llegaba "nerviosa y con un conjunto de emociones" y él "tranquilo y para defender su inocencia".
Lo que dice la actitud de Íñigo Errejón ante el juez
Esta semana, salían a la luz las imágenes de las declaraciones íntegras de Íñigo Errejón y Elisa Mouliaá ante el juez. El expolítico fue denunciado el 25 de octubre por la actriz por un presunto delito de agresión sexual y este jueves, 16 de enero, daba su versión de los hechos en los Juzgados de Plaza de Castilla. Vanessa Guerra, experta en comunicación no verbal, comienza analizando la postura del exportavoz de Sumar en el Congreso de los Diputados, todavía sentado a la espera de que Adolfo Carretero le llamara a declarar.
"Vemos que está sentado con el brazo izquierdo encima del banco señalando el codo izquierdo hacia la puerta, a la vez tiene la pierna derecha cruzada sobre la pierna izquierda y el brazo derecho sobre la pierna derecha. ¿Qué sucede aquí? Bueno, aparentemente es una postura de espera y de apertura corporal, porque tiene el brazo izquierdo encima, como una postura que transmite seguridad, cierto relajo frente a la situación", comienza la especialista, que ahonda un poco más.
"El cerebro funciona con una ley de hemisférica, es decir que el hemisferio derecho se asocia con la parte emocional se manifiesta en la parte izquierda del cuerpo y el hemisferio izquierdo que es la parte más racional, más que se asocia a lo conductual, se va a ver reflejada en la parte derecha del cuerpo. ¿Cómo traduciríamos entonces esta postura? Pues la pierna derecha, que corresponde a ese hemisferio izquierdo, está sobre la emocional. Hay una fuerte intención de controlar la emoción", prosigue la terapeuta.
Hay un matiz, eso sí, porque "su brazo izquierdo, que correspondería con el lado emocional del cerebro, sí que está señalando hacia la puerta, es decir que lo que podemos deducir aquí es que, lo que aparentemente se aprecia como una postura de apertura y de seguridad, atañe una lectura más subconsciente, en la que en realidad está controlando sus emociones y que podrían señalar su deseo de irse".
La seguridad y protección de Errejón en la sala
Una vez llamado a testificar, continúa la especialista en comportamiento, "se coloca justamente delante del micrófono con los brazos hacia atrás y las piernas bastante abiertas. Está es una postura claramente de apertura, de seguridad, de confianza, pero nos recuerda también esta postura de los porteros de discoteca, sacando un poco el pecho, demostrando cierta dominancia".
Guerra explica, además, que "cuando alguien deja descubierta la parte delantera de su cuerpo, que es la zona más vulnerable, de alguna manera está transmitiendo que no tiene nada que esconder y que no tiene miedo". "Se va a pasar casi todo el interrogatorio llevando las manos detrás y delante", analiza antes de observar que "cuando las tiene delante, se agarra con la mano izquierda varias veces la mano derecha, que vemos que abre y cierra con los dedos, es decir, tensión que está tratando de contener".
La experta subraya ese "gesto de protección" y, además, nos invita a ver "esa tensión o ese nerviosismo en todas las veces que recurre a beber agua porque se le seca la boca". "Es cierto que tiene un tono de voz que ya conocemos en él de cierta confianza, no titubea al hablar, tiene una voz clara da datos precisos. Pero es cierto que, también está acostumbrado a lidiar en situaciones en las que se le contraargumenta y se le puede acusar, porque en la política esto es un contexto bastante común", recuerda.
Se observa la experiencia de la política
Errejón tiene, avanza, "habilidades suficientes para improvisar y contrargumentar debido a su carrera política y a sus aptitudes comunicativas", pero le resulta "muy curioso" la postura final, "la que adopta al sentarse al terminar el interrogatorio. Esta postura contrasta totalmente con la postura de inicio": "Al finalizar el interrogatorio, se sienta con los pies cerrados pero las rodillas abiertas y las manos entrelazadas en el centro (protección) con los hombros hacia adelante. Una postura de repliegue, como si se hubiese desinflado tras el interrogatorio".
Esto, concluye en lo relativo al expolítico, "puede deberse a que una vez terminado el interrogatorio baja la guardia y realmente muestra cómo se siente y esa postura de cierre con los hombros hacia abajo pues nos muestra más una persona vulnerable, e incluso cansada y agotada por el interrogatorio en sí o porque no necesita seguir “aparentando” una falsa seguridad y confianza".
La actitud de Elisa Mouliaá ante el juez
Vanessa Guerra no quiere hacer "ningún escrutinio sobre el juicio ni de ver si dicen la verdad o no", una tarea que corresponde al juez Adolfo Carretero. Con esa premisa, entra en el análisis de la declaración de Elisa Mouliaá, poniendo el foco en los estados emocionales a lo largo del interrogatorio: "La actitud que muestra aparentemente es tranquila con las manos y los brazos hacia adelante y cuando empieza a hablar con una mirada, en ocasiones, al suelo para mantener el estado de calma, al que vuelve una y otra vez durante el interrogatorio".
A la hora de entrar en las expresiones faciales, la experta destaca "la angustia" visible en su rostro, "en la elevación de la cara interna de las cejas, los suspiros, una respiración alta y la mirada hacia abajo". "Se refuerza esta emoción con gestos adaptadores de sus manos cuando se lleva la mano al pecho, se pasa las manos varias veces por el cuerpo (como colocándose el vestido) y cuando se lleva las manos a la cara y a la cabeza".
El nerviosismo de Elisa Mouliaá
Guerra observa "ese nerviosismo en gestos con los dedos de las manos entrelazados, varios gestos como de lavarse las manos (cuando se frota las manos) en alguna ocasión y suspiros para reponerse". También le llama la atención "cuando le hacen alguna pregunta muy concreta que le incomoda, ya que sube la pierna izquierda. Coincide con expresiones faciales de asco o pena".
"La primera vez que lo vemos es cuando el juez le hace la pregunta de "¿Cuánto tiempo estuvo chupándole las tetas y tocándole el culo?"; en ese momento suspira y levanta la pierna izquierda en un gesto que bien parece de incomodidad, es casi como de querer encogerse del asco, que además es una expresión que también muestra con el rostro. También de protección. Me recuerda un gesto como de "repelús"", comenta la especialista.
El relato de Elisa, con su propio cuerpo
La experta en comunicación no verbal subraya, además, cómo Elisa Mouliaá "cuenta con su cuerpo todo lo que presuntamente sucedió ese día en la habitación de la casa de su amigo. Relata físicamente cómo se echa para atrás, cómo hace el gesto con los brazos, así como también lo hace con la cabeza con cómo apoya esa corporalidad con la expresión facial de asco y de desprecio". Hay, destaca, un cambio de actitud, ya que cuando está contando la supuesta agresión "sí lo cuenta con todo su cuerpo y de alguna manera su corporalidad es más agitada, más incisiva y más descontrolada".
"Cuando recuerda el momento realmente lo vuelve a revivir con una intensidad bastante alta. ¿Qué nos transmite esto? Pues que es tal y como ella lo siente, porque justo su propio cuerpo narra el episodio marcando una intensidad de movimiento y de acción intenso y descontrolado", sostiene en su análisis. Cuando dice que "es el beso más asqueroso que le han dado en la vida", se lleva la mano a la garganta, con lo que Guerra percibe que "es un gesto como de ahogo".
Contención de emociones
Hay un par de momentos, señala Vanessa en sus conclusiones como experta en comportamiento, "en los que parece que llora y se desmorona, pero no le dura mucho, como cuando dice que tenía miedo de Errejón, se le pasa rápido". Esto, dice, "genera la duda sobre si realmente se desmorona pero se recompone directamente, como para no dejarse llevar por esa emoción".
"Quiero destacar que también el interrogatorio que le hace el juez va con el objetivo de desestabilizar, debilitarla emocionalmente y esto lo vemos en la contundencia a la hora de hacer las preguntas, en el lenguaje que utiliza cuando cita las partes de su cuerpo remarcando las palabras "chuparle las tetas, tocarle el culo", cuando pone en cuestión por qué no verbalizó que "no" quería, aunque ella sí que exprese una y otra vez que con su cuerpo ya le mostraba ese rechazo", concluye la especialista, quien recalca que "la manera de preguntarle del juez hace que su estado de nerviosismo y de angustia aumente y que podría ser una estrategia para desmontar el argumento de Elisa".