Qué va a pasar ahora en el Vaticano: los pasos que hay que seguir tras la muerte del papa Francisco

El pontífice ha fallecido este lunes, 21 de abril, a las 7:35 horas de la mañana, en su residencia de Santa Marta

Pablo Casal
Pablo Casal

Coordinador digital de Lecturas

Papa Francisco
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El estado de salud del papa Francisco era muy delicado. El 14 de febrero de 2025 ingresaba en el Hospital Gemelli de Roma y su infección microbiana múltiple se complicaba con una neumonía bilateral que le llevaba a sufrir varias crisis respiratorias hasta que el 23 de marzo recibía el alta.

Bautizado hace 88 años como Jorge Mario Bergoglio, ha fallecido este lunes, 21 de abril, en su residencia de Santa Marta.Ha sido a las 7:35 horas de la mañana, tal y como confirmaba la Oficina de Prensa de la Santa Sede y menos de 24 horas después de su última aparición pública.

Su cuadro clínico era "complejo" y los médicos han sido extremadamente prudentes en todo momento con su mejoría, pero después de que presidiera la bendición "Urbi et Orbi" desde el balcón de la plaza principal nada hacía presagiar que su muerte llegara tan pronto.

El hasta ahora sucesor de San Pedro era de los que ven el papado como un cargo "para toda la vida" desde que se le encarga esa misión, pero también es cierto que cuando fue elegido en 2013 entregó una carta al camarlengo Kevin Joseph Farrell por si en algún momento no se encontraba en plenas facultades y tenía que seguir los pasos de su antecesor, Benedicto XVI.

Ahora que se ha confirmado su fallecimiento, se activa esa maquinaria y se declara Sede Vacante, así que por delante hay un marcado protocolo a seguir antes de que los cardenales que viajen a Roma y se reúnan en el cónclave para elegir al nuevo vicario de Cristo. Después, llegará ese momento en el que el más antiguo de esos representantes salga al balcón de la Plaza de San Pedro para pronunciar el famoso "Habemus Papam".

Período de Sede Vacante en el Vaticano tras la renuncia del Papa

Cuando Benedicto XVI decidió renunciar al cargo en 2013 sorprendió a la comunidad internacional. Era la primera vez que ocurría algo así en 598 años y había que remontarse a 1415 para el precedente de Gregorio XII, que abdicaba en un contexto cismático en la Iglesia Católica.

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Joseph Ratzinger lo comunicó el 11 de febrero, hace ya 12 años, pero no fue hasta el día 28 de ese mes cuando se hizo oficial su adiós y se abrió el período de sede vacante. Esta primera fase suele durar entre 15 y 20 días, con el objetivo de que pueda darse una pequeña prórroga que permita a los cardenales de países lejanos viajar a Roma para participar en el cónclave.

En caso de fallecimiento del pontífice, que es el que nos acontece, la liturgia es mucho más estricta, como es lógico. Hablamos de un jefe de Estado, de la Ciudad del Vaticano, con lo que tanto el funeral como los protocolos están muy medidos.

Es el camarlengo, en ese caso, el que tiene que dar tres golpes con un martillo de plata en la cabeza de su santidad en su lecho de muerte y pronunciar su nombre de pila, también en tres ocasiones, antes de certificar su fallecimiento.

Estos ritos, no obstante, se han ido simplificando y el papa Francisco no quiere ser enterrado en la Basílica de San Pedro, sino en Santa María la Mayor. Además, no habrá tres ataúdes, sino uno y "esa parte cinematográfica" de la que hablábamos en el párrafo anterior, puede perderse en parte, tal y como analizaba José Beltrán, director de 'Vida nueva'.

El importante papel del camarlengo antes de la elección de un nuevo Papa

Kevin Joseph Farrell es el actual camarlengo, un cardenal cuyas funciones son tremendamente importantes, ya que además de administrar los bienes de la Santa Sede y presidir la Cámara Apostólica, tiene las llaves del Vaticano.

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Él fue el que recibiría esa carta de renuncia de Francisco y ahora que el papa Francisco ha fallecido es el que tiene que declarar la Sede Vacante. El lugar en el que reside el pontífice quedaría clausurado hasta la entrada del nuevo ocupante, escogido por votación a puerta cerrada.

Él asume ahora el control en funciones. Ahora se cierra el "Portón de Bronce", que permanecerá clausurado en la Plaza de San Pedro hasta que haya un nuevo pontífice y comienzan unos rituales que pasan también por destruir el anillo del pescador, que en el caso de Bergoglio ha sido mucho más austero.

El cónclave para elegir al nuevo Papa en la Capilla Sixtina

En 1996, Juan Pablo II aprobó la Constitución Apostólica, donde se establece el reglamento actual para elegir a un nuevo pontífice. Con la modificación que hizo Benedicto XVI, al igual que puede haber una prórroga, también se puede adelantar la cita si los cardenales pueden llegar a Roma y comenzar así las votaciones.

El cónclave se realiza a puerta cerrada, con los cardenales en la Capilla Sixtina y con falta de comunicación absoluta con el exterior, de cara a que no haya ninguna injerencia hasta que se haya alcanzado un quórum. Ha habido varios cambios a lo largo del recorrido histórico con mayoría absoluta o simple, pero actualmente el elegido tiene que contar con dos tercios de los votos.

Se aplica desde el primer momento el "Extra Omnes", que viene a decir "que no quede nadie", ya que quien no participa en ese cónclave no puede estar, bajo ningún concepto, presente en la reunión más importante de este proceso.

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Hasta que haya un acuerdo, el mundo estará mirando a esa cámara fija hacia un lugar en el que se realizan cuatro votaciones al día. El centro de esas miradas, la chimenea de la Sixtina, ya que será solo cuando tengamos nuevo Papa el momento en el que el humo de la quema de las papeletas será de color blanco: la famosa "fumata blanca".

El cardenal protodiácono, el más antiguo, será el encargado de salir al balcón de San Pedro, en un momento muy esperado en el que pronunciará la frase "Habemus Papam" e informará al mundo del nombre secular del nuevo pontífice, antes de enunciar el que ha escogido para ejercer sus funciones.