Se trata de uno de los temas que más se acentúa en numerosos debates, conversaciones, charlas y reflexiones en los últimos tiempos y es que parece que nos cuesta, muchas veces y sin que la tendencia sea a generalizar, parar y pulsar el botón de 'stop' cuando es necesario. Por eso, la psiquiatra Marian Rojas Estapé (41 años) lleva años incidiendo en esa manera de "vivir en estado de alerta". Han sido varias las intervenciones en las que ha hablado sobre ello y aunque entiende que es un 'modus operandi' habitual, advierte que "el ser humano no está preparado" para que esto sea permanente.
En una entrevista que concedía este año en el podcast argentino 'La fórmula', aprovechando un viaje a Buenos Aires, volvía a explicar cómo funciona nuestra mente en ese sentido y reflexionaba sobre la importancia de ese "aburrimiento sin culpa" y también de "aprender a desconectar". La experta entiende que aunque el tiempo es "el bien más democrático", no todas las personas pueden utilizarlo de la misma forma, porque también entran en juego las necesidades de cada uno a la hora de dedicarlo al descanso o la ejecución, aunque todos tengamos 24 horas en el día.
Marian Rojas habla sobre el estado de alerta permanente y la importancia de la desconexión
El ser humano, concluye Marian Rojas, "no está preparado para vivir en un estado de alerta permanente", aunque entiende que "es fácil caer en ello con el estilo de vida que llevamos". Con ello, nos lleva a un estado que ella misma señala en el resumen que ha compartido en sus redes sociales con una 'X', en negativo, ya que serían "el estrés, el hiperactivismo, el querer llegar a todo" y "el vivir acelerados", lo que nos llega a "activar nuestro -modo supervivencia-, manteniéndonos en una tensión constante que afecta nuestra salud física y mental". La consecuencia final, continúa la doctora en su análisis y conclusiones, es "ansiedad, insomnio, irritabilidad y agotamiento físico".
"Es fundamental aprender a desconectar y a dar espacio al descanso, a la calma y a esos momentos de reparación que todos necesitamos", comparte la psiquiatra, quien justifica la dificultad que tenemos para cruzar esa puerta, ya que hemos sido "educados para ser productivos todo el tiempo". "Por eso es tan importante que seamos dueños de nuestra voz interior, porque si no lo somos, huimos de esa voz", continúa su reflexión durante la entrevista e insiste en que "nos han educado para que no perdamos el tiempo y el problema es que es el bien más democrático que existe y todos contamos con 24 horas en el día; cada cual decide cómo quiere invertirlos".
"El ser humano está diseñado para frenar, parar y en ese parar, con deporte, naturaleza, sin pantallas, dejarte llevar, el estado de flujo, meditar o rezar, -cada cual lo que le ayude-, es cuando yo me reparo a nivel mental, pero a nivel fisiológico también", subraya Rojas Estapé, consciente de la importancia de que "nuestro sistema inmune no está preparado siempre para la guerra, a punto de luchar, porque entonces se agotan los soldados; hay momento en los que no hay guerra y se han ido a sus casas a ver a sus familiares y ya volverán, pero si tú los tienes todo el día preparados porque todo es una guerra, hay un momento dado en el que el sistema inmune se deteriorar y pueden empezar enfermedades autoinmunes o inflamatorias", ya que "la mente y el cuerpo están profundamente unidos".
La locución "Carpe diem" y el aprovechamiento del tiempo, según Marian Rojas
Cada persona tiene unas necesidades distintas y, por tanto, no todos lo repartimos de la misma forma, algo que explica Marian Rojas en 'La fórmula': "Si eres de los que tiene la suerte que no necesitas dormir, pues tienes más horas para poder ejecutar, pero hay gente más dormilona y tiene menos horas". Por otro lado, sin ahondar tanto en la decisión de cada persona, añade que "hay gente más lenta a la hora de ejecutar y hay gente que es más hábil en la gestión de su tiempo, gente que le cuesta todo un mundo". Las generaciones presentes tenemos muy en mente eso de "aprovecha el tiempo" y la máxima del "Carpe diem", porque con esa máxima de no saber lo que puede ocurrir mañana, nos puede costar más eso de parar y "no hacer nada".
En su libro habla de ese "aburrimiento permitido", ese que tomamos "sin culpa" y aclara que no habla del "elogio a una pereza mala", ya que podemos apostar por utilizar un espacio de 10 o 15 minutos al día, dependiendo de lo que dispongamos y lo que nos pida nuestro cuerpo y mente. "Gestionar el reposo y cierta quietud mental, que es muy bueno para que yo luego pueda ir introduciendo pensamientos de agradecimiento o cada cual como quiera trascender en esa parte más meditativa o contemplativa, muy buena para nuestra conexión con el entorno", explica la doctora.