Aunque en España estamos muy acostumbrados a cambiar de hora cuando llega el último fin de semana de octubre y de marzo, hay otros territorios que no han pasado por ese trance, algunos que lo han dejado de hacer durante años y en España está el debate abierto con un plazo límite a la espera de saber cómo actuará la Unión Europea en su conjunto. De momento, seguiremos haciéndolo y esto puede provocar ciertos desniveles en nuestro organismo, por lo que hemos hablado con un psicólogo para saber hasta qué punto nos afecta este ajuste cuando llega el momento de adelantar o atrasar el reloj.
España y Europa continúan con el cambio frente a otros territorios que no lo hacen
Tal y como explicábamos cuando hablábamos de Tobarra, el municipio de Albacete que no cambiará la hora el 31 de marzo al coincidir con su tradicional 'tamborrada' de Semana Santa, todavía queda tiempo hasta que España tome una determinación conjunta con el resto de países miembro de la Unión Europea y decidamos si continuamos con esta práctica o la abandonamos. Para ello, es necesario que los 27 elijan entre el horario de verano o el de invierno y se ha fijado en 2026 la fecha límite según lo que se ha establecido en la Directiva Europea y ha quedado estipulado en nuestro Boletín Oficial del Estado.
Así las cosas, en Turquía se optó por el de verano en 2016 y así se ha quedado fijado, al igual que en Islandia o Rusia, donde el tema se complica ya que por las dimensiones del país tienen nada más y nada menos que 11 husos horarios diferentes. Tal y como informa el portal 'El Economista', hay otro lugar que sí está en Europa y es candidato potencial a entrar en la Unión desde 2010 que dejó de realizar estos cambios ya en la década de los 60 del siglo pasado, en 1967: Islandia; el Gobierno decidió realizar una consulta ciudadana en 2019 y la respuesta de los islandeses fue negativa, así que se mantiene intacto el reloj.
En este ajuste pensado para ahorrar energía y adaptar los horarios a los laborales aprovechando de esa forma la luz solar hay lugares que no mueven la rueda porque están ubicados en la línea del Ecuador, como es el caso de Colombia y otros muchos, en Centroamérica, a los que benefician las condiciones climáticas y solares, como Honduras, Costa Rica, Jamaica, Panamá o El Salvador, - tal y como detallan en la web de 'LaSexta' -. En este citado medio, y a través de la información de 'Geografía Infinita', ponen el foco en otro caso curioso y es el de Argentina, que aunque está en el Hemisferio Sur, dejó de modificar el horario y solo lo aplica en determinadas regiones con ese objetivo del que hablábamos.
Una especie de 'jet lag' minimizado
Cuando viajamos al otro lado del mundo, se produce ese 'jet lag' o "desfase horario" que hace que suframos alteraciones de sueño, que nos sintamos desubicados y esto llega a afectarnos también en la alimentación cuando llegamos al país de destino con muchas horas de diferencia. De hecho, muchas veces nos recomiendan que en el día de llegada agotemos las horas para que el cuerpo se acostumbre a ese cambio brusco después de aterrizar y abandonar el avión a miles de kilómetros de distancia.
En el caso del cambio horario pasaría algo similar, tal y como nos explica el psicólogo Santi Santamaría, aunque no es comparable dado que estamos hablando de 60 minutos de desajuste y en caso de que se pueda establecer una comparativa, sería como ese pequeño 'jet lag' cuando viajamos desde España a países como Portugal o Reino Unido, así como cuando nos desplazamos de la Península Ibérica a las Islas Canarias y viceversa.
Por un lado, está ese reloj o despertador biológico, el Sistema Activador Reticular Ascendente (SARA) y los ritmos circadianos en los que el cuerpo está activo y se desactiva cuando estamos en los momentos de descanso: "el cambio de hora puede afectar y en Europa, en verano, los días son más largos y obviamente las rutinas cambian a nivel social, porque no nos acostaríamos con sol y, por tanto, cenas más tarde". En ese sentido, el impacto no es negativo y simplemente se produce una alteración en las rutinas.
"A nivel biológico cuando se da un ajuste horario así no hay una alteración importante, pero sí se producen cambios rutinarios", resume el experto, con el que también hemos hablado sobre esa pequeña desorientación cuando nos levantamos al día siguiente tras la modificación y no sabemos si hablamos de la hora anterior o de la nueva, pero aquí hay otro aspecto importante a tener en cuenta y es la evolución tecnológica: "ocurría mucho más cuando todo era analógico, ya que ahora una gran parte es digital".