El caso del crimen del pequeño Mateo en Mocejón, Toledo, llega hasta la Santa Sede. Y es que el papa Francisco, en pleno vuelo hacia Indonesia, dedica unos minutos a escuchar la cruel historia del asesinato al menor de 11 años y a firmar una camiseta muy especial para la familia de fallecido.
Ha sido a la corresponsal de ‘Cadena Cope’, Eva Fernández, según cuentan en ‘Informativos Telecinco, a quien se le ha asignado tan importante tarea encomendada por los padres de Gómez desde España. Y lo ha conseguido. La periodista volverá a la península con una camiseta de fútbol firmada con el nombre de Mateo en la parte delantera y firmada por el papa.
¿Habrá leído ya la carta que le escribe la madre de Mateo?
Fernández no solo ha cumplido la petición de la familia del pequeño Mateo, sino que además le ha dado a este una carta escrita ‘a puño y letra’ por la dolida madre del menor pero que, justo en ese momento, no pudo leer. En respuesta, el mayor representante de la Iglesia Católica le envió un rosario bendecido.
En ‘Lecturas Diario’ suponemos que leería la sentida carta durante el largo vuelo a Indonesia, pero sino podrá hacerlo en los siguientes. Y es que Bergoglio inicia su intensa gira mundial en este país de Asia Sudoriental, para después recorrer el resto de las más importantes ciudades del continente y la vecina Oceanía.
Las reacciones al emotivo momento que ha sido inmortalizado por Mediaset no se han hecho esperar. Por ejemplo, el presidente de Extremadura Emiliano García Page ha escrito en X la siguiente cita: “Hay imágenes que hablan directamente al corazón. Ensalzo el bonito gesto del Papa Francisco al firmar la camiseta de Mateo cumpliendo el deseo de su madre de que esta prenda llegase hasta él. Mis sentimientos siguen estando con la familia”.
La historia de la linterna que le regalaron
Lo cierto es que Eva no ha sido la única informadora que ha conseguido el cándido objetivo de la familia del menor asesinado, pues en el mismo avión el pontífice iba acompañado por hasta 80 periodistas de diferentes partes del mundo. Aunque no ha trascendido quién se la dio, pero uno de ellos le regaló una pequeña linterna de uno de los inmigrantes rescatados en el mediterráneo por el buque Ocean Viking de la ONG SOS Mediterranéo.
Tras guardárselo, su respuesta fue escueta pero clara: "Doy las gracias por lo que hacen en el mar con los migrantes", dijo Francisco refieriéndose a todas las ONG que consiguen salvar vidas en el mar. Conforme al cada vez más grave problema migratorio que está afectando principalmente al archipiélago Canario, sentenció seriamente que estaba al tanto de la preocupante situación.
Crónica de ‘una muerte no anunciada’
La calurosa mañana del domingo 18 de agosto el pequeño Mateo se encontraba en su pueblo de Castilla La-Mancha, Mocejón, jugando con sus amigos en el polideportivo al aire libre del municipio. Un día de verano como otro más, hasta que solo en cuestión de segundos el escenario cambiaría desgraciadamente con la llegada de un joven con la cara tapada.
Con el cuchillo que empuñaba intentó agredir a varios de los niños, pero eran más rápidos y se escapaban… Fijó su mirada en Mateo, al que conocía, y fue directo a por él. Le inmovilizó y le asestó hasta doce puñaladas. Murió casi al instante.
El chico de 20 años salió rápidamente de la escena del crimen por uno de los agujeros de la valla, por la parte de atrás del campo de fútbol. Atravesó un descampado y desapareció en un coche gris. Ni la Guardia Civil ni las ambulancias pudieron hacer nada por Mateo, pero sí dar con su asesino.
Así pues, tras poner en marcha la denominada ‘operación jaula’ en esta zona de la provincia de Toledo, al día siguiente consiguieron detener al el principal sospechoso del suceso. Sin intentar evitarlo, confesó voluntariamente lo sucedido: "Fue mi otro yo”, una copia de sí mismo, dijo. Después, colaboró con las autoridades del orden para reconstruir el macabro hecho.
"Fue mi otro yo” y una copa de sí mismo dijo en su declaración
Juan Francisco ha explicado que tras asentarle varias puñaladas al menor, decidió esconderse en la casa de su abuela en Mocejón, ubicada lejos del campo público de fútbol. Allí dice que lavó su ropa ensangrentada y que antes tiró el objeto punzante en una zona natural próxima al pueblo.
Juan ya está en el módulo de psiquiatría de la cárcel de Segovia, en prisión preventiva y sin fianza, a falta de que termine la instrucción del terrorífico caso y comiencen los juicios contra el joven discapacitado. Falta, por ejemplo, una prueba que será concluyente en todo esto: los laboratorios correspondientes están analizando si los restos biológicos adheridos al cuchillo corresponden con los de la víctima.