Ya no reina la ley del silencio. En el Vaticano hay completa libertad de expresión para aquellos que están menos a favor o más en contra de algunas de las decisiones, así como para quienes ven peligrar la institución o piensan que el papa Francisco tiene los días contados.
Hay vaticanistas, como Francesco Grana, que hablan de reuniones o cenas entre cardenales para hacer "campaña electoral". Otros, sin embargo, sí pasan de largo y no entran a hacer valoraciones, quizás por esta máxima de que quien se mueve no sale en la foto.
La sombra de la renuncia se hace cada vez un poco más grande. Hace exactamente un año, el propio papa Francisco (88 años) aseguraba que no pensaba en tomar esa alternativa, aprovechando en su libro autobiográfico para explicar, además, que de hacerlo no sería papa emérito, como lo fue Benedicto XVI.
Ahora que él no tiene demasiadas fuerzas para entrar a confirmar o desmentir los "chismes" de la Santa Sede, han sido el secretario de Estado de Ciudad del Vaticano y el Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe los que han salido al paso en los medios de comunicación para zanjar el debate. Aún así, no ha surtido el efecto esperado.
Pietro Parolín, secretario de Estado del Vaticano, habla de "inútiles especulaciones"
El secretario de Estado de la Santa Sede no estaba dispuesto a que se expandieran rumores sobre una posible renuncia del papa Francisco en medio de una situación tan delicada como la que atravesaba en el mes de febrero. Cuando concedió una entrevista al diario italiano 'Il Corriere della Sera' solo hacía unos días del ingreso hospitalario del pontífice.
"Todo me parecen especulaciones inútiles. Ahora pensamos en la salud del Santo Padre, en su recuperación, en su regreso al Vaticano: éstas son las únicas cosas que cuentan", contestaba Pietro Parolín al citado medio. En esa conversación aseguraba al periodista que le entrevistaba que trataba de estar "al margen" del ruido y estaba centrado en su preocupación por el estado de salud del Santo Padre.
El Prefecto Cardenal Víctor Manuel Fernández: "Ya han presionado varias veces en los últimos años"
En el caso del Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe Víctor Manuel Martínez, sus declaraciones fueron obtenidas y publicadas por 'La Nación', diario del país natal del papa Francisco. Fue a ese medio argentino al que en el mes de febrero contestaba que "no tiene sentido que algunos grupos presionen para que el Papa renuncie".
El cardenal recordaba en esa entrevista que es algo que "ya han hecho varias veces en los últimos años", al tiempo que daba un golpe en la mesa dejando claro que "esta únicamente puede ser una decisión totalmente libre del Santo Padre, para que sea válida".
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"No veo un clima pre-cónclave, no veo que se hable de un posible sucesor más de lo que se hablaba hace un año, es decir, nada especial. Para mi es importante que el cuerpo del Papa haya reaccionado bien al tratamiento actual", concluía el prefecto restando importancia a las habladurías.
Reuniones previas al cónclave para la sucesión del papa Francisco
Si Víctor Manuel Martínez no ha visto o no quiere ver esas reuniones clandestinas, el vaticanista Francesco Grana asegura que hay cardenales que estarían en "campaña electoral". Quizás no se trata tanto de traición o de adoptar un perfil que puede cuestionarse ética o moralmente. Puede deberse a una cuestión de frialdad por la supervivencia de la institución.
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El papa Francisco ya ha buscado sustitutos para ciertos compromisos a los que no ha podido atender en estas semanas de hospitalización, pero el experto del que hablamos apunta a que "una continua búsqueda puede suponer un desgaste de la Iglesia Católica".
El papa Francisco: un antes y un después en el Vaticano
"Lo primero que pensé cuando vi las estancias papales fue que allí había sitio suficiente para alojar al menos a 300 personas. A mí me gusta estar en contacto diario con la gente común y no quiero estar aislado. Yo no quería venir aquí para vivir en el Palacio Apostólico, sino para trabajar y estar al lado de la gente", explicaba en una carta el papa Francisco en 2013, cuando decidió no vivir en el lujoso Palacio Pontificio.
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Desde 1903, todos los sucesores de San Pedro habían residido en ese apartamento megalómano, pero Bergoglio quería "una vida normal" ante lo que consideraba "un regalo de Dios". De hecho, si tira de esa misiva que escribió cuando llegó al papado hace 12 años por si no podía algún día ejercer con plenas capacidades, sería "obispo emérito de Roma", para poder vivir en Santa María la Mayor, "volver a ser confesor" y "llevar la oración a los enfermos".