El estado de salud del papa Francisco (88 años) es delicado. El 14 de febrero de 2025 ingresaba en el Hospital Gemelli de Roma y su infección microbiana múltiple se complicaba con una neumonía bilateral que le llevaba a sufrir varias crisis respiratorias en las últimas semanas.
El Vaticano ha insistido en sus comunicados que el pontífice descansa bien, se mantiene orientado y colabora con los tratamientos que le suministran, pero también han remarcado en varias ocasiones que su cuadro clínico es "complejo". Son muchos los fieles que se han acercado al centro hospitalario en la capital italiana para rezar por él en estos 23 días.
Tres semanas después de su hospitalización, la idea de la renuncia ha cobrado fuerza, sobre todo después de que no haya podido presidir los actos programados para el Miércoles de Ceniza, día que marca el inicio de la Cuaresma para la Semana Santa.
Jorge Mario Bergoglio, -su nombre secular-, es de los que ven el papado como un cargo "para toda la vida" desde que se le encarga esa misión, pero también es cierto que cuando fue elegido en 2013 entregó una carta al camarlengo Kevin Joseph Farrell por si en algún momento no se encontraba en plenas facultades y tenía que seguir los pasos de su antecesor, Benedicto XVI.
En caso de que se active esa maquinaria y se declare sede vacante, hay un marcado protocolo a seguir antes de que los cardenales que viajen a Roma se reúnan en el famoso cónclave para elegir al nuevo vicario de Cristo, ese momento en el que el más antiguo salga al balcón de la Plaza de San Pedro para pronunciar el famoso "Habemmus Papam".
Período de sede vacante en el Vaticano tras la renuncia del Papa
Cuando Benedicto XVI decidió renunciar al cargo en 2013 sorprendió a la comunidad internacional. Era la primera vez que ocurría algo así en 598 años y había que remontarse a 1415 para el precedente de Gregorio XII, que abdicaba en un contexto cismático en la Iglesia Católica.
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Joseph Ratzinger lo comunicó el 11 de febrero, hace ya 12 años, pero no fue hasta el día 28 de ese mes cuando se hizo oficial su adiós y se abrió el período de sede vacante. Esta primera fase suele durar entre 15 y 20 días, con el objetivo de que pueda darse una pequeña prórroga que permita a los cardenales de países lejanos viajar a Roma para participar en el cónclave.
En caso de fallecimiento del pontífice, la liturgia es mucho más estricta, como es lógico. Hablamos de un jefe de Estado, de la Ciudad del Vaticano, con lo que tanto el funeral como los protocolos están muy medidos. Es el camarlengo, en ese caso, el que tiene que dar tres golpes con un martillo de plata en la cabeza de su santidad en su lecho de muerte y pronunciar su nombre de pila, también en tres ocasiones, antes de certificar su fallecimiento.
El importante papel del camarlengo antes de la elección de un nuevo Papa
Kevin Joseph Farrell es el actual camarlengo, un cardenal cuyas funciones son tremendamente importantes, ya que además de administrar los bienes de la Santa Sede y presidir la Cámara Apostólica, tendría las llaves del Vaticano.
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Él fue el que recibiría esa carta de renuncia de Francisco y, en caso de que Bergoglio deje vacante la sede, ocuparía el papado en funciones hasta que haya uno electo en el cónclave. No obstante, el lugar en el que reside el pontífice quedaría clausurado hasta la entrada del nuevo ocupante, escogido por votación a puerta cerrada.
El cónclave para elegir al nuevo Papa en la Capilla Sixtina
En 1996, Juan Pablo II aprobó la Constitución Apostólica, donde se establece el reglamento actual para elegir a un nuevo pontífice. Con la modificación que hizo Benedicto XVI, al igual que puede haber una prórroga, también se puede adelantar la cita si los cardenales pueden llegar a Roma y comenzar así las votaciones.
El cónclave se realiza a puerta cerrada, con los cardenales en la Capilla Sixtina y con falta de comunicación absoluta con el exterior, de cara a que no haya ninguna injerencia hasta que se haya alcanzado un quórum. Ha habido varios cambios a lo largo del recorrido histórico con mayoría absoluta o simple, pero actualmente el elegido tiene que contar con dos tercios de los votos.
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Hasta que haya un acuerdo, el mundo estará mirando a esa cámara fija que enfoca la chimenea de la Sixtina, ya que será solo cuando llegue ese momento cuando el humo de la quema de las papeletas será de color blanco: la famosa "fumata blanca".
El cardenal protodiácono, el más antiguo, será el encargado de salir al balcón de San Pedro, en un momento muy esperado en el que pronunciará la frase "habemus Papam" e informará al mundo del nombre secular del nuevo pontífice y el que ha escogido para ejercer sus funciones.