Faltan tres días para que se cumpla un mes desde que las partes recibieran el documento completo de la sentencia con la demoledora condena para Daniel Sancho: cadena perpetua por el asesinato premeditado, descuartizamiento, ocultación del cadáver y desaparición de documento público de Edwin Arrieta. Cumplido ese plazo, los abogados de la defensa tienen que haber presentado el primero de los dos recursos disponibles, el que sería de apelación y en el que se incluirían nuevos argumentos que no hayan sido contemplados anteriormente para intentar que los magistrados de la siguiente instancia modifiquen el veredicto a su favor.
Los expertos tienen pocas dudas y consideran que es extremadamente difícil que haya cambios en el dictamen, aunque se desconoce el camino que emprenderán ahora Marcos García Montes y compañía. En Lecturas hemos hablado con el criminólogo Juan Ángel Anta, experto que participó el 7 de septiembre en el seminario sobre el caso organizado por la Universidad de Educación a Distancia en Vitoria, para desgranar las claves desde el punto de vista criminológico. Apunta hacia algo muy llamativo y es el lenguaje no verbal del hijo de Rodolfo Sancho durante la reconstrucción del crimen, algo en lo que no se ha puesto el acento en los análisis de la investigación y el procedimiento.
El especialista en detección del engaño aclara, eso sí, que este análisis se lleva a cabo con la información de la que dispone, las imágenes que han trascendido y ha podido ver en los medios de comunicación y el documental de 'Max' 'El caso Sancho', tanto de la reconstrucción, como del juicio. El primer documento para solicitar la revisión de la pena podría enviarse la próxima semana.
Las principales claves del caso Daniel Sancho desde el punto de vista criminológico
Para el criminólogo Juan Ángel Anta, hay varias claves en el análisis del caso Daniel Sancho desde el punto de vista criminológico: "la confesión de Daniel, la reconstrucción del asesinato y la conducta que tiene antes de cometer los hechos, con los actos preparativos, cuando va a comprar los cuchillos, la cantidad de bolsas y de papel transparente que compra; la conducta durante la investigación y la confesión". Le sorprende, nos dice, "la cantidad de datos" que aporta: "Dice dónde deja los cuchillos, que no los deja en la cocina, sino encima de la cama cerca del baño". Hay un momento, continúa, en el que "se ve que él dice que le golpea; le pega un puñetazo a Edwin Arrieta y cómo después dice que le coge de la cabeza y le golpea contra el borde del lavabo una o varias veces", unos instantes que podrían quedarse en el relato, pero que habría que observar también con lupa, porque no se trataría solo de escuchar sus palabras, como veremos más adelante.
Entre las primeras percepciones y lo que puede valorar ahora, tras el juicio y la sentencia en primera instancia, el experto asegura que, de haber cambiado su perspectiva, sería, incluso, "para considerar que Daniel Sancho ocultaba más cosas, sobre todo cuando en la declaración del juicio parece ser que no menciona la relación sentimental o sexual que mantiene con la víctima, con Edwin Arrieta". "Si en su momento andaban diciendo que era un hecho relevante y ponían en el punto de mira esa supuesta relación como método de presión de la víctima hacia Daniel para que siguieran manteniendo sexo, - y que por eso le golpeó y le mató -, no entiendo por qué no lo hacen evidente en el juicio". Entiende, por otro lado, que si se hubiera incidido mucho más en ese detalle, los abogados de la familia Arrieta podrían haberlo llevado a su terreno con más razones para apuntar hacia la premeditación.
El lenguaje no verbal de Daniel Sancho en la reconstrucción del crimen de Edwin Arrieta
Hay un momento en esa reconstrucción del crimen que Daniel Sancho hace en el bungaló junto a la policía que a Juan Ángel le ha llamado poderosamente la atención: "No recuerda muy bien, pero dice que le siguió golpeando después, cuando ya estaba caído hacia el interior del baño y observamos cómo cuando hace esos gestos con la mano no parecen gestos con un puño, sino que parece que hace un gesto de arriba hacia abajo, como si estuviera clavando con un cuchillo". Para el criminólogo, "esos gestos de comunicación no verbal también son relevantes y lo está explicando allí. Nadie le apunta con una pistola ni le obligan a hacer esa reconstrucción y nos dicen cuál era la actitud de Daniel en ese momento" y también nos puede ayudar a entender otras claves, como la relativa a los agujeros de la camiseta, una cuestión muy polémica.
"Parece que al principio, cuando la policía recogió la camiseta, mencionó que había un agujero y, después, parece que uno de los análisis concluyó que había tres y otro, cinco. Esa inconsistencia, en principio, se puede deber a que si las rasgaduras son muy pequeñas, puede que vieran solo un agujero" en un inicio, algo que por otro lado "les habría servido para que Daniel no hablara solo del golpe" y, por ello, le habrían mencionado ese primer avance. Al experto se le dibuja una coincidencia, además, "con los gestos que hace en la reconstrucción, porque son como de acuchillar a alguien y porque una persona que hace artes marciales no golpea así, sino con los nudillos".
Otro de los temas que sorprendió durante los primeros días al especialista con el que hemos hablado en Lecturas es ese momento en el que "tiene la posibilidad de llamar a un programa aquí en España y lo que dice es que le están tratando muy bien en uno de los mejores restaurantes de la isla", ya que durante esa conversación con una periodista de 'El programa del verano', en 'Telecinco', "en ningún momento aprovecha para pedir perdón y para arrepentirse del hecho que ha cometido, que en realidad ha sido un asesinato y él confiesa que lo mató y lo descuartizó, incluso en la declaración, en el juicio posterior".
El criminólogo no cree que se trate como un crimen pasional
Todavía hay muchas dudas sobre la motivación, el móvil del crimen, porque es una de las grandes preguntas, pero Juan Ángel Anta no cree " que se incidía tanto en un crimen pasional, sino más en la relación sentimental/sexual, con la posibilidad, según Daniel, de que Edwin ejerciera un supuesto control sobre él y por eso en algún momento dijera que estaba en una jaula de oro". Para el criminólogo, "no sería, en ese caso, un crimen pasional, sino que los abogados del acusado lo plantean intentando aplicar la legítima defensa ante un presunto intento de abuso, que en ningún momento se consigue demostrar". "En la reconstrucción queda patente, a pesar de que muchas veces he oído que hablaban de un forcejeo, que Daniel lo que decía es que estaban discutiendo y que él se levantó y en cuanto se levantó, que Edwin Arrieta se echó hacia atrás, entiendo que de miedo y él le dio un puñetazo; la víctima intenta defenderse con un mordisco, entonces no creo que se llevara por ese crimen pasional, sino por intentar sembrar la duda de que Edwin intentó ejercer un cierto poder sobre Sancho", concluye.