Tras el macabro suceso producido este mismo domingo en el que un abuelo asesinó a sus dos nietos para después quitarse la vida, el padre de las víctimas ha dado el último adiós a sus hijos -de diez y doce años- junto a un reducido número de familiares en el cementerio de Poniente de Granada, municipio en el que este miércoles acabaron los tres días de luto oficial por el espantoso crimen que ha azotado a todo un país.
Fuentes próximas han explicado a ‘Europa Press’ que el padre (50) habría podido así despedirlos en la más estricta intimidad, como era su deseo y totalmente alineado con la petición pública emitida este mismo martes por el propio ayuntamiento de Huétor Tájar -el pueblo granadino de más de 10.000 habitantes en el que ocurrió el suceso- con la que rogaba a sus vecinos respeto para "no generar más dolor en esta situación" durante el entierro de los menores asesinados. Además, la corporación también ha brindado asistencia psicológica a Antonio, el padre de los niños.
Despedida tras unas cortinas oscuras muy bien vigiladas
Aún así, el consistorio, que principalmente ha querido proteger la intimidad del padre durante el sepelio y entierro de sus descendientes celebrado este jueves 23 de mayo a las 11.00 de la mañana, no ha querido fallar al padre diseñando un estricto perímetro de seguridad en el que han instalado unas oscuras cortinas para que él y a los suyos pudieran despedirse en total intimidad.
Tanto hermetismo, solicitado originalmente por el padre y apoyado por el Ayuntamiento, también ha tenido como principal objetivo no desestabilizar más la grave situación de salud en la que se encuentra el padre. Hay que tener muy en cuenta que Antonio, debido a la aguda crisis de ansiedad y de nervios sufrida tras el terrible suceso de este domingo, ha estado varios días ingresado en el hospital del Parque Tecnológico de la Salud de Granada, del que salió con el alta médica este mismo miércoles a mediodía.
Los restos del abuelo asesino, lejos e incinerados
Esa misma tarde, los restos mortales del abuelo (72) -conocido en la localidad andaluza como Pepe ‘el de la arena’ por su profesión de arenero- que después de matar a sus nietos se quitó la vida con un tiro eran trasladados a Loja para su incineración e inhumación.
Más que trágico final para una indeseable historia que empezaría en marzo cuando en un accidente de tráfico murió la mujer de José y abuela de los niños asesinados así como su propia hija y mujer de Antonio. Quien iba al volante era Pepe ‘el de la arena’. Y, poco después, asfixia a uno de sus nietos y le pega un tiro al otro . Minutos más tarde se suicida.
Los extraños vómitos: ¿fueron drogados por el abuelo?
Y, aunque, parece que el suceso como tal -no las razones por las que un abuelo decide acabar con la corta vida de sus nietos- ya está resuelto pero con su responsable también sin vida, se ha abierto una investigación judicial por el caso declarada como secreta durante todo un mes. Por el momento, el Instituto Nacional de Toxicología ya está trabajando con las muestras obtenidas tras las autopsias de los cuerpos de los niños. Y es que existen indicios de que el asesino septuagenario les hubiera drogado con premeditación para perpetrar tan doloroso crimen.
‘El Español’, ha publicado este jueves por la mañana algo que, desde luego, aún retorcería todavía más un caso que todavía tiene que ser debidamente esclarecido por las autoridades pertinentes. Según sus fuentes, el informe toxicológico final además de analizar la sangre de los niños asesinados, también sacará conclusiones de los vómitos encontrados en la vivienda cuando accedió la Guardia Civil tras el crimen. El medio generalista especula con que Pepe pudiera haberlos drogado antes del crimen y, lo cierto, es que es sospechoso que casualmente los dos vomitaran casi al mismo tiempo durante las largas horas que duró el encierro.
Habrá que esperar entonces a que los responsables de la investigación del caso de Huétor Tájar (Granada) examinen al detalle todos los hechos y pruebas de las que nada sabremos hasta que pase un mes. Aunque el enorme daño ya está hecho, las víctimas y su padre merecen que se investigue el crimen como cualquier otro aunque su causante ya no pueda ser juzgado.