“Yo nunca te he hecho eso”. Dominique Pelicot negaba las acusaciones que apuntaban a que podría haber repetido los abusos hacia su mujer Gisèle con su hija Caroline. El juicio por la violación masiva ocurrido en Francia durante décadas ha estremecido al mundo entero. Lo que en un primer momento se calló por expreso deseo de la víctima, para salvaguardar su nombre, ha terminado siendo una auténtica revolución feminista. Gisèle Pelicot es ya un símbolo en Francia y en el mundo entero.
La víctima decidía aparecer y dar la cara porque no es ella la que debe sentir vergüenza. Es este lema el que ha quedado del terrible suceso ocurrido en el caso. Pelicot drogaba a su mujer para que desconocidos abusasen de ella y grababa todo en vídeo. Fue por una denuncia en un supermercado cuando pudo accederse a este material. Pelicot estaba fotografiando a mujeres y estas acudieron a la policía. Al entrar en su ordenador no podían imaginar lo que estaban viendo.
La incógnita se traspasó en ese momento a la hija del matrimonio. ¿Habría repetido Pelicot lo mismo que había hecho con su mujer? La policía sí interceptó imágenes de la hija de la pareja desnuda de las que ella no era consciente. No obstante, en las sesiones del juicio el acusado ha insistido. Nunca abusó de su hija.
La ovación de Gisèle Pelicot
A la salida de las sesiones del juicio, el público aplaude a la víctima. La entereza de Gisèle Pelicot, su relato y la fuerza con la que ha decidido exponerse a los medios se han convertido en la imagen del año. Con la cabeza bien alta, agradecida por todas esas muestras de cariño y sin dudar un segundo en contar, con detalle, todo lo que ha vivido en los larguísimos interrogatorios de parte, Gisèle es ya una heroína. Los gestos lo dejan claro.
Cuando acabó su primera comparecencia, el público presente en la sala arrancó a aplaudir. Una ovación que emoción a todos. A su salida a la calle, espontáneas y espontáneos se acercaban a ella, tal y como retrataban los crónicas presentes, para agradecerle su valentía y reconocerle su esfuerzo. No es fácil dar el paso para exponerse a la opinión pública ante un suceso tan trágico y desagradable. Ahí fue su propia hija quien tuvo mucho que ver.
Caroline animó a su madre a que diese la cara. Esto no era una cuestión para sentirse avergonzada, era el momento de luchar y hacerlo con la cabeza bien alta. Todas las mujeres del mundo iban a agradecerlo para que nunca ninguna pase por lo mismo. La única persona a la que manipulé, es a mi mujer”, ha afirmado Pelicot en sede judicial. El acusado reconocía los actos pero solo respecto a su mujer.
La referencia de Pelicot a su hija Caroline
"Nunca te drogado ni violado, no se puede decir eso (...). Yo nunca he hecho eso”, aseguraba Dominique Pelicot entre lágrimas ante el tribunal. Caroline, que ahora tiene 45 años, había descubierto imágenes suyas entre los archivos de su padre. El material, recopilado durante años, mostraba también imágenes de la hija de la pareja desnuda. Caroline tiene claro que algo ha ocurrido con ella.
Pelicot niega la mayor y solo reconoce los abusos a su mujer. "Sin ella ya no soy nada”, se atrevía a pronunciar en mitad de la declaración. El acusado ha optado por una defensa que intenta vincular los hechos con los abusos que sufrió de pequeño y la experiencia traumática que arrastra y se transmite a su comportamiento sexual. “Es la consecuencia de la adicción”, explica. Ya en su primera detención aseguró que era un adicto y que por eso se dedicaba a fotografiar a mujeres.
A falta de continuar con las sesiones del juicio y determinar exactamente el papel que tuvo Caroline en los abusos de su padre, la hija de Gisèle se ha convertido en su principal aliada y en una voz que no ha dudado en hablar en público y defender su posición. El movimiento "Que la vergüenza cambie de lado" congrega miles de adeptas y adeptos a loGisèle largo del mundo. Es una revolución.
“No se merecía esto”
Las frases de Dominique Pelicot en las primeras sesiones del juicio todavía resuenan. Tras reconocer los hechos, el acusado aseguraba: “nunca consideré a mi mujer como un objeto, desgraciadamente los vídeos muestran lo contrario”. Han sido décadas abusando de su mujer y permitiendo que otros hombres, más de 100 se han contabilizado, hayan abusado de ella. Finalmente solo se han podido identificar 50, que son los que se enfrentan ahora al juicio.
“Soy un violador, como todos los acusados en esta sala, que al venir conocían su estado”, aseguraba. Es la frase que ha quedado para la historia. El reconocimiento de un monstruo que no duda en confesarse. Pelicot explicaba en su declaración que sabía perfectamente que su mujer estaba inconsciente y que pedía a los que acudían que llevasen informes médicos. Aun así, la víctima se despertaba con enfermedades de transmisión sexual que no sabía como había adquirido.
Gisèle habla desde el corazón. “Tenía plena confianza en él”, aseguraba. “Durante 50 años amé a este hombre”. Ahora no puede creer nada de lo que está pasando. Cuando supo de lo ocurrido no quiso ver las imágenes. Pero luego sí. Vio todo el material, quería saber de lo que había sido capaz su marido. Quería saber a las barbaridades a las que se le había sometido sin ella saberlo. Era, sin duda, el peor trago de su vida.