La Semana Santa se vive con mucho fervor en Sevilla, en Málaga y en muchos otros puntos de Andalucía, donde el sentimiento va mucho más allá de la religión y fue en 2019 cuando tres sevillanos se convirtieron en protagonistas por sus piropos durante la procesión de la Dolorosa del Cerro. Jesús Pascual y Antonio Bonilla decidieron entonces poner en marcha un documental para que el mundo entero entendiera el por qué de todas esas emociones.
Un sentimiento que va más allá de la tradición religiosa
Un grupo de tres jóvenes con lágrimas en los ojos y sin poder contener la emoción se dirigía a la Virgen de los Dolores del barrio del Cerro, en Sevilla, al grito de “guapa, guapa y guapa” y “el barrio entero pa’ ti”, abrazándose y reencontrándose un año más con su “reina del Martes Santo”, pero lo que no se imaginaban es que el vídeo se iba a convertir en el más compartido durante esa semana y llegara en muy pocos días a los cuatro millones de reproducciones en las redes sociales y en la plataforma ‘YouTube’, donde también fue publicado. A los pocos días, Emma García atendía a dos de ellos por teléfono y les daba la bienvenida con “cariño, ternura y alegría”.
Antonio y Ángel se mostraban entonces muy enfadados y sorprendidos, porque “no eran conscientes” y no esperaban esa repercusión y una “reacción a gran escala” porque se trata de “una devoción que llevan dentro”. “No es una cosa de este año nada más, pero ha dado la casualidad de que se pusieran tres cámaras delante y lo grabaran”, decía uno de ellos, entonces, intentando trasladar que es algo que se vive allí ante la llegada de “Nuestra Señora de los Dolores” en el barrio sevillano. Cinco años más tarde, el vídeo sigue compartiéndose y publicándose y no solo en estas fechas, sino también para hacer humor con otras situaciones en las que se venera a alguien.
En 2022 volvieron a grabar cómo disfrutaban de un momento así con su Dolorosa y criticaron que quisieran “ser el centro de atención”, pero en Lecturas hemos hablado con uno de los devotos que aparece en él y ha querido recalcar que “no es postrero”, sino que lo siente “de corazón”, ya que se trata de su virgen y es así cada vez que pasa frente a ellos. Por este motivo, dos personas decidieron dar voz a todas las personas que viven de esta forma la Semana Santa y explicárselo al mundo entero, con el respeto por bandera y con los testimonios de sus protagonistas.
Un “fervor habitual” que había que explicar con palabras
En Lecturas hemos hablado con Jesús Pascual, productor de ‘¡Dolores, guapa!’, para saber más sobre este documental que nació para explicar con palabras “unas muestras de fervor que son muy habituales con unos códigos que la gente no estaba descifrando bien”. Contesta a nuestras preguntas mientras espera la llegada de una de las cofradías en Lunes Santo y nos cuenta cómo, efectivamente, la idea de poner en marcha la película surge a raíz del vídeo viral de 2019 en la Iglesia del barrio del Cerro, que “rápidamente se convirtió en un ‘meme’” y reconoce que le “llamó la atención la cantidad de comentarios negativos que había en Twitter”.
Destaca que cuando realizaban los pases en Madrid funcionaba un poco como “reunión de exiliados andaluces que iban con sus amigos, novios y novias para que vieran la película y explicarles parte de lo que era su cultura y eso era muy bonito”, porque el mensaje esencial, dice, “es que todo el mundo tiene cabida en la Semana Santa, porque cada año se construye por todo tipo de personas”. De hecho, tras verla una persona se acercó a él y le agradeció la producción para poder explicarlo a sus allegados.
“También me gusta mucho que, a raíz de estar en las plataformas, nos dejan comentarios personas que han desmentido la visión que tenían preconcebida de Sevilla y Andalucía. Es muy interesante ver cómo se produce una apertura de miras y la gente entiende que se trata una fiesta popular”, reitera en sus respuestas haciendo alusión a esa inclusión necesaria para entender la celebración y la alegría, así como la diversidad de emociones que se presentan cada año frente a los pasos que salen a las calles con las distintas cofradías en su ciudad.
Por su parte, el director de la cinta, Antonio Bonilla, nos explica cómo llegaron a los protagonistas de la misma: "hicimos un llamamiento por redes y a partir de ahí empezamos a encontrarnos perfiles muy interesantes, de un rango de edad amplio, distintas clases sociales, personas religiosas y otras que no lo son y con diferentes ideologías". De esta manera, dice, consiguieron que "se entendiese que era una realidad amplia y transversal dentro de la ciudad" y "no solo fanáticos".
Otra de las razones que les empujó a poner el proyecto en marcha fue la práctica inexistencia de un relato similar, ya que lo que había "siempre ha tenido una visión heterosexual y única de la Semana Santa. Sin cabida a otras expresiones y formas de vivirla". "Es real que el clip viral de los tres chicos gritándole a la Virgen de los Dolores fue un punto de partida", confirma, pero también deja claro que "finalmente es una película que narra cómo es Sevilla y cómo es ese sentimiento aquí".
Cada uno de ellos tenía una visión, pero fueron capaces de fusionar esa "narrativa" de Jesús y abordar el punto de vista de la arquitectura y "estructura social" de Antonio. "Nunca hicimos la peli pensando en llegar tan lejos, a las plataformas, porque de hecho teníamos algo de miedo con su acogida en nuestra ciudad, porque es muy conservadora y se podían quejar al ver remover sus cimientos", reflexiona el director de '¡Dolores, guapa!'.
Los testimonios de la película: “no creo en Dios, pero soy capillita"
Durante casi dos horas, Antonio y Jesús recogen ese sentimiento del que veníamos hablando a través de diversos testimonios de personas del colectivo LGTBIQ+, algunas creyentes y otras enamoradas de "la belleza" presente en las imágenes, en los pasos y en las procesiones. Es el caso de Carlos Atalaya, que recuerda como ya de pequeño "jugaba a la Semana Santa con cajas", las cuales engalanaba con telas y detalles con la ayuda de su madre, quien llegaba a tejer también mantos muy realistas para las vírgenes que procesionaban por la habitación de su hijo.
Ricardo Núñez, ‘Richi’, prepara torrijas con su abuela mientras repasa historias del barrio sevillano de Triana: “no me gustaba la misa, pero yo soy muy de mi abuela. Me encantaba que me contase las historias del niño Jesús, de por qué lo mataron los romanos” y en el balcón de “la bisa”, veían las procesiones. “Es una explosión de colorido y de arte. Es un museo andante con las flores, los candelabros y todo lo que llevan...”, repasa ella tras la conversación con su nieto.
En el documental también podemos asistir a una reunión de cofrades y devotos en la que reflexionan sobre lo que para algunos de ellos es una "puesta en escena", con esos códigos de los que nos hablaba su productor, ya que saben perfectamente si tiene que haber un aplauso o un silencio si aparece una cofradía u otra y si suena con la banda una determinada saeta: “¿Qué ciudad se paraliza para que pase ese 'cacharrerío' y se vaya, porque es así de simple, de poderoso y de fugaz”.
Lola también celebra cada año con fervor el Martes Santo, que para ella "parte la pana, es el día de mi barrio, El Cerro y preparo ‘la petalá’, las flores, todo el año, porque tú te puedes gastar lo que quieras y estar toda la mañana quitando los pétalos de los claveles”.
Además, hay una importante revisión sobre la posible discriminación a la que se hayan podido enfrentar al formar parte, a veces, de hermandades más conservadoras, pero no es la tónica común y prima el respeto, como explica Alejandra en la película: “a mi no me han dicho absolutamente nada, aunque los habrá que no me acepten, pero creo que la educación está por encima”.