Calurosa noche del 20 de agosto de 1989 en California, Estados Unidos. Esta es la fecha que dejó perplejo a uno de los países más grandes del mundo, por lo perturbador del suceso: dos hijos deciden asesinar a sangre fría a sus adinerados progenitores mientras veían tranquilamente la tele en su majestuosa mansión de Beverly Hills.
Este era el reto clave para Lyle y Erik Menéndez, la parte más importante de un plan urdido entre los dos hermanos en el que se incluía, tras el doble asesinato, disfrutar de une ‘peli’ en el cine para después, ya sí, acudir a comisaría para ‘hacer el drama’ con el crimen de sus padres. Poco les duró la alegría de no ser detenidos de ipso facto por el sangriento parricidio a tiros, pues uno de ellos no aguantó la culpa y acabó confesando a su psicólogo.
Mataron a tiros a sus padres
Un proceso judicial con su paralelo juicio mediático -para muchos fueron solo dos víctimas de un padre sin piedad y una madre casi inexistente- pero lo único cierto es que el magistrado fue firme en su veredicto: cadena perpetua sin libertad condicional para ambos. Casi 40 años han pasado desde entonces, y en ‘Lecturas Diario’ hemos querido saber cómo es en 2024 la vida entre rejas de estos dos polémicos asesinos.
Tan inseparables y perturbados como para estar de acuerdo en ejecutar a sus padres a bocajarro, desde luego pidieron ingresar juntos en la misma prisión. No pedían otra cosa, pero no pudo ser. En 1996, tras la sentencia condenatoria, el Departamento de Correccionales de California decidió separarlos con una poderosa motivación: tanto asustaban sus controvertidos perfiles psicológicos que, por prevención, se les aisló al uno del otro para evitar que planificasen más asesinatos o, incluso, tramasen su fuga.
En cárceles diferentes durante 20 años
Así pues, Erik fue enviado a la cárcel de Richard J. Donovan, en el condado de San Diego, mientras que a Lyle se le asignó una de California, el centro penitenciario Mule Creek, ubicado en el municipio de Ione. Dos décadas de aislamiento físico con solo un frágil hilo de comunicación, las cartas que regularmente los hermanos se enviaban.
No han trascendido exactamente los motivos pero, según ‘El comercio’, el segundo fue trasladado el 22 de febrero de 2018 a la cárcel en la que estaba pasando condena su hermano Erik. Aunque no todo fue tan fácil: los coautores del asesinato a disparos de sus padres tuvieron que sufrir algunos amargos meses por saber que se encontraban en el mismo centro penitenciario pero en diferentes unidades. A pocos metros, pero les impedían todavía verse.
Sobre el soñado reencuentro: "Me eché a llorar", explicó Lyle Menéndez
Su esperado reencuentro llegó en una fecha que jamás olvidarán, el 4 de abril de ese mismo año. “Fue un momento extraordinario para mí y para toda mi familia, que tuvo que visitarnos en prisiones separadas en dos partes del estado. Me eché a llorar. Tuve que caminar un largo trecho para verlo. Cuando lo trajeron en una camioneta, pude verlo bajar y reunirme con él y no estaba seguro de cómo reaccionaría. Sentí mucha adrenalina y, simplemente, terminé rompiendo a llorar, lo cual es un momento bastante emotivo. Estamos felices por eso”, sentenció Lyle Menéndez, el mayor de los hermanos, en una entrevista en exclusiva por teléfono para el ‘Daily Mail’.
Ahora ya no son unos desorientados jóvenes en la cárcel como, al menos, reconoció el propio Erik Menéndez en ‘People’ (2005): “Me he metido en peleas, muchas peleas, pero nunca peleo yo primero. Tienes que aprender a ser inteligente. Hay un estado perpetuo de miedo que existe como ruido de fondo. Siempre tienes que estar atento a quién está a tu alrededor. Tienes que afinar continuamente tus instintos de supervivencia”, sentenció.
Ambos se han casado pese a vivir 'entre rejas'
Ahora ya no. Ambos maduraron. Según fuentes de la cárcel de Donovan, ambos reclusos llevan una conducta calificada como buena, razón por la que están en una “instalación de programación no designada”. En otras palabras menos técnicas, se trata de un programa de la cárcel estadounidense en el que Erik y Lyle participan y que les permite, principalmente, contar con más libertades así como acceder a servicios de educación y reinserción en la sociedad.
Lo más curioso de todo es que, pese a lo complicado que debe ser tener relaciones sentimentales con una condena a cadena perpetua, Erick se casó con Tammi Ruth Saccoman en 1999, su amiga por correspondencia, mientras que Lyle pasó por el altar en dos ocasiones. En 1996 se unió en matrimonio con Anna Eriksson y en 2003 lo hizo con Rebecca Sneed.