La historia real de Soy Navenka, la película zamorana con cuatro nominaciones a los Goya que narra el Me too español

Todo el mundo está hablando de ella, aunque no haya conseguido triunfar como esperaba en la gala de los Goya. Soy Navenka es un reflejo de una historia que se repite en el tiempo, que necesita ser contada para hacernos reflexionar sobre un tema crucial: el acoso sexual en las esferas de poder.

Celia Pérez
Celia Pérez León

Periodista especializada en lifestyle y cultura

Soy Nevenka

Navenka Fernández fue la primera mujer española en presentar una querella por acoso sexual en el ámbito político.

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La magia del cine no está en los efectos especiales, los juegos de sonido ni las actuaciones auténticas. En realidad, el auténtico milagro del cine es que consigue rescatar historias que nos narran, que marcaron un antes y un después en nuestra sociedad. Soy Navenka, dirigida por Icíar Bollaín, es una de esas películas que son tan necesitarías, y que la magia del cine ha retratado con crudo realismo.

La cinta nos devuelve a un frío 2001, cuando Navenka Fernández dio un paso adelante para convertirse en la primera mujer en España en lograr una condena por acoso sexual contra un político. Su caso sacudió al país mucho antes de que el movimiento Me too se hiciera viral a nivel internacional.

Con cuatro nominaciones a los Premios Goya 2025, esta cinta no solo nos devuelve a una historia judicial que sentó precedentes, sino que también rinde homenaje a la valentía de quienes rompen un silencio que ha castigado a generaciones.

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La historia real de Navenka Fernández

Navenka Fernández tenía 26 años cuando decidió denunciar al entonces alcalde de Ponferrada, Ismael Álvarez, por acoso sexual. Lo que comenzó como una relación sentimental, terminó convirtiéndose en una pesadilla de control, presión y hostigamiento constante. Tras finalizar su relación, Álvarez empezó a acosarla con llamadas, comentarios humillantes y un ambiente laboral asfixiante que afectó gravemente a su salud mental.

En marzo de 2001, Navenka dio un paso valiente que marcó precedentes para el resto de las mujeres de España: presentó una querella contra el alcalde. El juicio recibió toda la atención mediática del momento y generó un debate intenso en la sociedad española. Eran muchas las personas que cuestionaron su testimonio, que decían alto y claro “Yo no te creo”, mientras otras comenzaban a comprender la gravedad del acoso sexual en ámbitos de poder.

El 29 de mayo de 2002, Ismael Álvarez fue condenado a nueve meses de prisión, una multa de 6.480 € y una indemnización de 12.000 € a Navenka Fernández. Aunque la condena fue mínima para un caso como este, fue la primera condena en España por acoso sexual en el ámbito político. Álvarez dimitió “voluntariamente” como alcalde de Ponferrada, y desapareció de los cargos públicos durante algún tiempo. Pero aunque “Navenka ganó el juicio, perdió el juicio social”, explica Juan José Millás en su novela Hay algo que no es como me dice: El caso de Navenka Fernández contra la realidad, obra que Icíar Bolláin toma de referencia para su película.

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El impacto social de su denuncia

La valentía de Navenka Fernández no solo marcó un antes y un después en el ámbito judicial. Generó una reflexión colectiva sobre el acoso y el papel de las instituciones en su prevención. Su testimonio abrió el camino para que otras mujeres denunciaran situaciones similares y visibilizó una realidad que hasta entonces había sido ignorada.

Sin embargo, la realidad de estas denuncias sigue dejando mucho que desear. En la cinta de Bollaín se refleja una escena que nos sabe demasiado a actualidad. Navenka narra un momento de terror absoluto, una violación. “Me acosté en una habitación de hotel y él se tumbó a mi lado”, expone la exconcejala de Ponferrada. “¿Por qué no te fuiste?”, la interpela el abogado defensor. “Estaba a mi lado. No podía moverme”, responde la víctima.

Pese al gran paso de Navenka, seguimos escuchando interrogatorios muy parecidos (y con un grado mucho más elevado de violencia e intimidación) en las salas en las que las víctimas de la violencia machista y el acoso sexual tienen que dar su versión de los hechos.

El salto al cine de una historia necesaria

En 2021, el documental Navenka de Netflix hacía que las miradas volvieran hacia aquel oscuro 2001. El Me too había educado a muchos de esos ojos que ahora miraban de forma diferente a aquella historia que nos deja la piel helada. El interés por la historia se reabrió, mostrando el dolor, la lucha y las consecuencias que tiene enfrentarse al poder.

Unos años después, en 2024, Icíar Bollaín decide llevar esta historia a la gran pantalla, convencida de que era fundamental recordar el caso de Navenka y su impacto. La directora ha señalado en entrevistas que la fortaleza de Fernández y su capacidad de luchar contra un sistema que no estaba preparado para protegerla fueron las fuentes de su inspiración.

La película, protagonizada por Mireia Oriol y Urko Olazabal, narra los hechos desde la perspectiva de la víctima, mostrando el proceso judicial y también el coste emocional que supuso para Navenka hacer frente a su acosador. Ponferrada, ciudad en la que se vivieron estos hechos, no fue el escenario escogido para la cinta. La esencia de lo ocurrido, trasladado a la Zamora, se mantiene intacta, en cualquier caso.

Un legado que trasciende la pantalla

Más allá de sus cuatro nominaciones a los Goya 2025, Soy Navenka es un recordatorio de que el acoso sexual no es solo un problema legal, es una cuestión social. Navenka Fernández se convirtió, sin quererlo, en un símbolo de resistencia, y su caso sentó un precedente que sigue vigente en la actualidad.

La película, que pese a su buena acogida no consiguió ningún premio en la pasada gala de los Goyas, está disponible en Movistar +. Merece la pena verla, porque, más allá de su calidad cinematográfica (que es sobresaliente) es una invitación a reflexionar sobre el precio que muchas mujeres pagan por exigir algo tan elemental como el respeto y la justicia.