La cruda (e inesperada) miniserie de Netflix con mujeres como protagonistas y 'atmósfera Tarantino' de la que todo el mundo habla

Volvemos a visitar escenarios conocidos, un género que lo cambió todo y arquetipos que quizás nos suenen. Pero esta vez, sin filtros. Esta nueva producción de Netflix promete demostrarnos la brutalidad que se esconde tras el western y la historia del salvaje oeste.

Celia Pérez
Celia Pérez León

Periodista especializa en lifestyle y cultura

Érase una vez el oeste
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En 1939, John Ford dirigía La diligencia, con el mítico John Wayne como actor principal, redefiniendo las reglas de un género que se convirtió en el más importante de la historia del cine norteamericano: el western. Desde entonces han pasado más de ochenta años, y el salvaje oeste vuelve a verse en la gran y la pequeña pantalla. Netflix se ha sumado a la tendencia con la intención de volver a reinventar este clásico del cine, esta vez con una miniserie de seis capítulos.

En esta nueva versión del oeste no hay héroes épicos, no hay vaqueros a la antigua usanza ni tabernas atestadas. No está el anciano que mastica tabaco, ni esas enormes plantas rodadoras. Lo que sí encontrarás es crudeza, autenticidad y una historia que jamás se había contado de esta manera. Si te gusta el cine de Tarantino, tienes que verla.

Érase una vez el oeste
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Érase una vez el oeste

Estamos en 1857, en el territorio de Utah, durante uno de los periodos más violentos de la historia de Estados Unidos. Hay tensión entre los colonos, las comunidades indígenas y el gobierno federal, un reflejo vivo de una época de expansión, conflictos religiosos y luchas por el poder en el salvaje oeste.

Lo hemos visto cientos de veces, pero nunca como en Érase una vez el oeste (2025), la nueva producción de Peter Berg que está dando tanto de qué hablar.

Para representar este periodo tan crudo y violento, Berg ha apostado por un realismo que no ha dejado a nadie indiferente. “Es lo más complicado que he filmado jamás. Estuvimos en las montañas de Nuevo México durante 13 meses”, explica el director en el making of compartido por Netflix.

Los actores coinciden en las impresiones del director.  “Fue brutal”, añade Taylor Kitsh, actor que da vida a Isaac Reed, “filmamos en la nieve a 10.000 pies”.

Estas son las pequeñas decisiones que marcan la diferencia en un entorno cinematográfico en el que el uso de CGI se impone al realismo. El resultado es una historia agresiva, brutal y cruda que nos traslada como nunca a esos escenarios que pueden resultarnos familiares, pero que jamás habíamos visto como ahora.

Érase una vez el oeste

El salvaje oeste, como se lo conoce en el mundo del cine, jamás había sido retratado con tanto realismo.

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La historia de las mujeres

Una de las principales diferencias de Érase una vez el oeste con respecto a lo que estamos acostumbrados a ver, es que sus protagonistas son mayoritariamente femeninas. “Uno pensaría naturalmente que en este período la violencia se centrará en los hombres. Es exactamente lo contrario.”, explica Mark L. Smith, productor ejecutivo y guionista de la serie, “queríamos ser muy precisos. Explorar a los personajes que estaban en este mundo: los indígenas, los mormones, los pioneros y los cazarrecompensas”.

En la serie podemos ver todo esto y mucho más. Aunque son muchas las tramas que se cruzan en un guion impecable, la historia principal recae sobre los hombros de Sara Rowell (Betty Gilpin), una madre que, tras matar a su esposo en defensa propia, huye con su hijo Devin (Preston Mota) hacia el Oeste, en busca de una nueva vida. En su travesía se encuentra con Isaac Reed (Taylor Kisch), un hombre de montaña criado por los Shoshone, que sufre tras la pérdida de su esposa e hijo. De forma paralela, la serie aborda el conflicto entre mormones, liderados por Brigham Youg (Kim Coates), y el gobierno federal de los Estados Unidos. Por el camino, vemos en pantalla, retratados con crudeza, eventos históricos como la Masacre de Mountain Meadows.

Sin duda, la apuesta ha salido bien. Contar las historias de esas mujeres que jamás hemos visto antes en pantalla ha conseguido que la miniserie conecte a un nuevo nivel con su público, dado que trata de temas tan universales como la maternidad. Así lo explica, Gilpin, que destaca este aspecto de su personaje: “La maternidad es el superpoder de Sara. A veces es lo que la hace la persona más fuerte y otras es lo que la ciega”.

Érase una vez el oeste
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Violencia, crudeza y realidad

La producción ha tenido una gran acogida en Netflix, liderando las audiencias de series inglesas en su semana de debut con 14,3 millones de visualizaciones. Las valoraciones del público también son positivas, con una aprobación del 68% en la exigente plataforma Rotten Tomatoes, y con una clasificación de 6,5 sobre 10.

La crítica la ha elogiado por su representación realista y sin concesiones del Lejano Oeste. Escenarios, maquillaje, vestuario y guion confabulan para transportarnos a un entorno salvaje y realista que jamás habíamos visto de esta forma en pantalla. Y aun así, es muy probable que se quedaran cortos. “El nivel de violencia de Érase una vez el oeste es probablemente menor en comparación con la violencia que ocurrió” asegura Julia O’Keefe, consultora cultural indígena que ha participado en la producción para conseguir el máximo nivel de realismo posible.

También hay sectores en los que la serie ha levantado asperezas, especialmente entre la comunidad mormona, debido a su representación de eventos históricos y personajes relacionados con la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Pero como suele decirse, el arte que no incomoda es solo decoración. Si no provoca debate, probablemente no valga la pena hablar de ello. Y sin duda, Érase una vez el Oeste va a dar mucho de qué hablar.