Tras el escándalo protagonizado por la Reina, su “merde”, su descontento, por llamarlo finamente, con un medio rosa de nuestro país, y su apoyo incondicional a su “compi yogui”, Javier López Madrid, involucrado en el caso de las tarjetas black, creo que lo único positivo que podemos extraer de estos mensajes es contaros qué “yogui” es al que se refiere la periodista con corona.
Tras las hordas de bromas protagonizadas por el oso roba cestas de comida del parque de Yellowstone, conviene explicar la modalidad que ‘Ltiza’, desde hace tiempo, practica el Yoga Iyengar, y era en estas clases en las que coincidía con López Madrid.
Como ya sabéis, existen muchos tipos de yoga, y este es solo una práctica más, que fue popularizada por el gurú Bellur Krishnamachar Sundararaja Iyengar, quien creía firmemente en el poder curativo de las asanas. Él, de hecho, fue un niño enfermo, padeció tuberculosis, malaria o tifus, pero aún así, llegó a los 95 años de vida. Y parece que el misterio de su eterna juventud solo obedecía a una cosa: al yoga.
El sabio solía decir que si todo el mundo fuera yogui, no existirían las farmacias, y su forma de entender este deporte fue la que caló en Occidente. Para que os hagáis una idea, si no llega a ser por él, en Europa o Estados Unidos tendríamos una idea muy alejada de lo que significa este práctica, puesto que fueron sus enseñanzas las que comenzaron el furor del yoga.
Candidato al Nobel de la Paz, Sundararaja Iyengar publicó varios libros, pero el primero, ‘Luz sobre el yoga’ ha sido el más traducido y más conocido.
¿Pero qué lo diferencia del resto? En este se mantienen las asanas (posturas) más segundos, además, el cuerpo se ayuda de otros instrumentos (cinturones, ladrillos, elementos de madera y mantas) que ayudan a quienes lo están practicando a que puedan cumplir mejor con la postura, es por eso que siempre animó a cualquier persona, tuviera la condición física que tuviera, que lo practicara. Las posturas se llevan a cabo a través de una secuenciación, para que así que el practicante tenga claro qué vendrá después y siempre se realizan con un maestro oficiante, que va corrigiendo y enumerando las posturas.
Y que sepáis que parece que este es ‘el yoga de la realeza’, a juzgar por que el propio Iyengar fue instructor de la reina madre de Bélgica, cuando esta ya era octogenaria, y logró lo impensable: hacer posturas complicadas como sostenerse con la cabeza. Le estuvo siempre muy agradecida. Ella fue la “compi yogui original”.