Esta semana quiero contaros de quiénes he aprendido en mi carrera. Ser la hija de María Tersa Campos ha sido y es el orgullo más grande de mi vida profesional y, por supuesto, de la personal, porque es mi madre. He tenido la fortuna de que ser hija de quien soy me haya permitido codearme con los más grandes de esta profesión de los que he intentado instruirme siempre. Conocer cosas nuevas, todos los días. Esta es la mayor enseñanza que me ha dado mi madre, profesionalmente. Hay que aprender algo de los grandes, de los que empiezan, de los que destacan, de los que no lo hacen, porque de todos se puede extraer alguna enseñanza.
Mis grandes maestros
No he estudiado la carrera de periodismo, aunque hace ya muchos años me ofrecieron el carnet de periodista. Dije que no lo necesitaba, porque he tenido la mejor escuela de periodismo y eso no lo puede decir todo el mundo. No me doy por aludida cuando alguien quiere destacar sus valores profesionales por poseer ese carnet. Estudiar siempre es bueno y no haber hecho esta carrera es uno de los grandes errores que he cometido. A cambio, la vida me ha dado la oportunidad de trabajar y de convivir con los más grandes de este oficio. Mi dios en todos los aspectos, sin lugar a dudas, es mi madre. También lo son: Carlos Herrera, Pedro Piqueras, Rosa María Mateo, Ana Blanco, Alfredo Urdaci, Julia Otero, Ernesto Sáez de Buruaga, Pepa Bueno. De todos, en la cercanía y en la lejanía, he aprendido cosas. De los que he tenido más cerca he aprendido más de sus conocimientos. Me crié en la televisión al lado de Jesús Hermida y en la radio con Luis del Olmo, Iñaki Gabilondo y José María García y, por supuesto, quiero resaltar en los últimos años a mi compañero, ‘sheriff’ y amigo, Jorge Javier Vázquez. De lo más orgullosa que estoy es haberme sentido reconocida por la gran mayoría de ellos y de que hayan respetado, valorado y ensalzado mi trabajo. Siempre, he sido una persona de absorber todo lo que estaba a mi lado.
Ni clásica ni moderna
Muchas veces, en una reunión, he sentido que la gente pensaba que yo no hablaba. No lo hacía por no participar sino porque estaba aprendiendo. Eso no ha sido siempre fácil para las personas que tenía a mi lado porque no me entendían. Nunca he tenido miedo a preguntar o a decir que no sabía algo. No hay nada peor que callarte y no decir que no tienes ni idea de lo que te están diciendo. Soy una persona que mira por el público, fundamentalmente. No sé si soy una presentadora antigua, moderna, clásica, pop, rock o de reguetón. Puede que sea un conjunto de todas esas cosas o de ninguna. Intento aprender, todos los días, de lo que hago y de las personas con quien lo hago. Todas merecen mi respeto, el mismo que yo pido para mí. Probablemente, me importe más ser buena compañera que periodista, pero eso es una elección personal. Repito, no es una crítica a nadie, es una elección personal. Prefiero hacer mi trabajo, algunas veces, peor y sentir que las personas con quien lo hago noten que me importan más ellos que mi propio beneficio. Lo que sí tengo claro es que a quien debo agradecer seguir en esta profesión es al público, que después de 30 años me sigue demostrando su cariño. Es un premio en esta profesión sentirse querida por quienes trabajan a tu alrededor y a quienes te diriges cada día.
Protejamos a nuestros mayores
Hablando de otras cosas, quiero aprovechar estas páginas para pedir a todos los políticos, a los que están y a los que no están en el gobierno, que si durante años hemos conseguido una ley que proteja a los menores, que nadie se olvide de hacer lo mismo con los mayores. Hablo de esos hombres y mujeres que ya no tienen la capacidad, desgraciadamente, de decidir si quieren que se les haga una foto en la calle o no para después venderla. Tengamos un poquito de código con las personas que nos han dado tanta felicidad, que nos han entretenido e informado tantas veces desde las tablas de un teatro, desde las ondas de la radio y desde las pantallas del cine o de la televisión. Señores gobernantes y políticos: ayúdennos a proteger a nuestros mayores y a velar por su vejez dignamente.