Hablando de hermanas, quiero opinar de las últimas declaraciones que Rocío Carrasco ha hecho en el último capítulo de su docuserie. Me emocionó cuando habló de sus hermanos y dijo que José Fernando no le ha hecho nunca daño a nadie, solamente a sí mismo. Esa es la realidad: es el que mejor corazón tiene. Querida Rocío, en eso tus palabras coinciden con las que me dijo un día José Ortega Cano. Nunca olvidaré cuando el torero me dijo que su hijo era un niño muy bueno con un problema. Asunto que todos sabemos y que ha destruido su vida. Eso toca a las personas que lo quieren. Se me ponía un nudo en la garganta cuando escuchaba a Rocío recordar cuando su hija y Gloria Camila jugaban con su pelo o le hacían cosquillas. Eso lleva intrínseco un recuerdo bonito, porque era cuando todo iba bien, y al mismo tiempo doloroso, porque es probable que no se vuelva a repetir nunca más. En algún momento he pensado que esa niña necesitaba a su hermana mayor, pero me he censurado a mí misma. Rocío sabe que le he dicho muchas veces que algunos comportamientos o frases de Gloria dejaban entender que tenía la necesidad de verla o de hablar con ella. Sé que Rocío lo ha podido pensar también. Ese sentimiento se ha dado de bruces con la realidad. Esa realidad es que Rocío no tiene que tener relación con las personas que están cerca del padre de sus hijos que tanto daño le han hecho. Es difícil de comprender, pero no olvidemos que Rocío Carrasco está guiada por un equipo médico. Ellos saben bien cuánto tiempo lleva luchando por salir adelante.