Tener veinte años no debe eximirte de saber quién ha conformado la historia de la televisión española, sobre todo, si te dedicas al periodismo. El pasado viernes murió Laura Valenzuela, primera presentadora de la televisión de nuestro país. Lo que más me ha unido siempre a ella es su hija, Lara Dibildos, de la que hablaré más adelante. Mi madre y Laura no son de la misma generación, porque se llevaban diez años. Al final, una década puede ser mucho o puede no ser nada, porque lo importante es el respeto y la admiración que han sentido la una por la otra.
Laura Valenzuela y Teresa Campos
Laura Valenzuela ha sido la elegancia, la discreción, el saber estar y la sencillez. Todo eso la hizo grande o, mejor dicho, muy grande. Recuerdo alguno de los programas míticos que presentó, como ‘Galas del sábado’, con otro gigante de la comunicación como era mi querido Joaquín Prat. Cuando él se puso enfermo, pude estar a su lado. Nunca olvidaré cuando José Manuel Parada y yo íbamos a verlo y le podía acariciar la mano y hablarle. Hoy, desde estas páginas quiero rendir homenaje a esa gran profesional y a esa gran mujer no solo del mundo de la televisión sino, también, del cine y de la canción como fue Laura Valenzuela. Me consta que a ella siempre le gustó cantar y, durante los últimos años de su vida, lo hacía en su casa con amigas. Cuando ella se fue a Telecinco y mi madre estaba en Televisión Española, ambas presentando sus programas por la mañana, nunca hubo sensación entre ellas de rivalidad ni de hostilidad, sino todo lo contrario. Finalmente, mi madre pasó a formar parte de las mañanas de Telecinco, años después, con el que tuvo el mayor éxito de su vida. Laura siempre estuvo ahí y nunca fueron rivales ni existió una mala palabra de la una hacia la otra por ese cariño y ese respeto que se tenían.
Con Laura he podido compartir momentos de la vida en Marbella. Los veranos coincidíamos en las grandes fiestas que se celebraban. Laura siempre iba acompañada de su marido, José Luis Dibildos. Genio y figura, por cierto. “Laurita, ya sabes que yo a las cuatro de la tarde me doy un baño”, decía el padre de Lara. Su mujer le respondía: “Ya, José Luis, pero es que han cortado el agua en todo Marbella”. Son pequeñas anécdotas que recuerdo. Quién más me ha unido a ellos fue su hija Lara. Mucho antes de que ella empezara a trabajar en el programa de mi madre, conocí a Lara en Madrid, hará treinta años por lo menos. Con Lara he compartido momentos muy importantes de su vida, su boda con Fran Murcia, el embarazo de su primer hijo, vacaciones... Ella y otra amiga mía me presentaron a Alejandro, el padre de mi hija. Lara Dibildos, junto con Nuria González y Miriam Reyes, fueron testigos de mi boda con Alejandro. Ella fue la primera en saber que me había quedado embarazada. Estábamos juntas en Menorca de vacaciones. Un tarde, después de pasar el día navegando en el barco de unos amigos, se me antojó un helado. Lara me miró y me dijo: “Vamos a ir a la farmacia a comprar un test de embarazo”. Hace unas semanas, Lara encontró la fotografía que me hizo después de hacerme el test que salió positivo, y me la envió. Me hizo mucha ilusión.
La paz de Lara Dibildos
Lara ha sido una hija maravillosa. Por eso, cuando se ha ido una de las personas más importantes de su vida como era su madre se siente en paz. Ella sabe que le ha dado a Laura el mayor bienestar y todos los cuidados que su madre necesitaba. Laura siempre ha sido una persona tremendamente familiar por eso nunca le ha faltado el cariño de sus nietos y de toda su familia. Puedo estar un año sin ver a Lara pero, siempre que me la encuentro tengo la sensación de habernos visto ayer. Ella ha formado y formará parte de mi vida siempre. Los últimos años, nos hemos ayudado las dos dadas las circunstancias de nuestras madres y eso nos ha unido más. Para mí nuestra unión es algo indestructible.
Siempre en el recuerdo
La última semana fue agotadora para ella. Ver a su madre luchando por vivir es algo demoledor. A pesar del sufrimiento, es gratificante saber que quiso pelear para seguir junto a su familia. Es muy importante saber desprenderte y saber despedirte de ella, porque para su madre era lo mejor en ese momento. Lara sabía que ya había llegado el momento y, por eso, se siente en paz. El momento de dejar de sufrir y de pasar a otro plano para continuar otro camino. El pasado viernes cuando llegué al tanatorio y pude abrazar a mi rubia, porque nosotras nos llamamos así, fue algo necesario para mí. No podía dejar de abrazarla y pude estar a solas con ella. Lara, sé que ahora inicias otro camino sin ese bastón tan importante en tu vida como ha sido tu madre. Tienes la satisfacción de que la vas a poder ver cada vez que quieras. La gente no tiene la oportunidad de ver a sus seres queridos cada vez que encienden el televisor. A tu madre se la recordará muchas veces y la seguirás viendo alegre, feliz, divertida, cariñosa como era ella. Ese es el patrimonio que tenemos los hijos de gente que ha sido y es tan grande. ¡Feliz viaje Laura!