No me olvidaré del primer día que nos vimos en los camerinos de ‘MasterChef’. Me abraza, me dice lo que me admira y me dice que mi hija es la hostia. Digo: ¿cómo es posible que una persona de la categoría profesional de Verónica Forqué sea capaz de alabarme a mí profesionalmente? He recibido mucho amor de ella y espero que ella haya sido consciente del que yo le he dado. Reconozco que he sido con ella una compañera y amiga protectora por su fragilidad física. Siempre he pretendido que estuviera bien y feliz. Cuando viajábamos le daba la mano para montar en el autobús, para subir a un barco o bajar del avión. Esto es una desgracia porque es un fracaso social y no tenemos la cultura necesaria para saber que una enfermedad mental te lleva por delante aunque no quieras.