Mi pasado volvió a la tele hace unos días, algún día romperé mi silencio

Sigo fastidiada con la voz y os confieso que empieza la cosa a preocuparme bastante. Espero poderle poner solución a este problema durante los próximos días. La pasada semana fue cuanto menos extraña. Soy una mujer que vive fundamentalmente el presente con deseo de un futuro mejor, pero sin mirar al pasado. Una cosa es no mirar atrás y otra es olvidar lo que ya pasó. Creo que somos lo que somos, entre otras cosas, por todo lo que hemos vivido.

Un silencio voluntario

Parte de mi pasado volvió hace unos días. La verdad que ni me atormenta, ni me inquieta ni me perturba, como diría mi querida Esperanza Gracia. Me resulta tan lejano que es, incluso, complicado recordar. El silencio ha sido mi mayor o, mejor dicho, mi mejor aliado durante muchos años. Un silencio voluntario, porque nadie me impuso callarme. Además, no me arrepiento de ello. Siempre creí que alimentar a quien busca ansiadamente comida para poder injuriar, calumniar y, sobre todo, ganar dinero no estaba en mi voluntad. Eso no quita que yo crea que mi silencio es indefinido. Igual que hay momentos en los que ese silencio ha sido importante y necesario en mi vida, un día por la mañana me levanto y decido que ese silencio se acabó. Os preguntaréis: ¿cuándo ocurrirá eso? No lo sé, pero a lo mejor más pronto que tarde. Esto no es una amenaza, ni una advertencia ni un aviso. Solamente es un pensamiento que se puede convertir en realidad.

Nunca he vivido bajo el miedo. Temor tienen que tener los que delinquen, los que fagocitan a otros para vivir y los que están vacíos por dentro de principios y de integridad. Que tengan miedo esa clase de personas. Repito, nunca he vivido con miedo porque yo, como cualquier hombre o mujer, he podido errar en la vida. Si lo he hecho, nunca ha sido con la intencionalidad de hacer daño a nadie, de faltar al respeto y nunca a costa de... Por supuesto, soy tremendamente imperfecta, pero mis imperfecciones no son lesivas para nadie. Probablemente, lo son más para mí que para otros, porque ya soy yo mi mayor castigadora. Sin embargo, tengo algo que nadie me puede arrebatar y es la conciencia bien tranquila. Muy muy tranquila. No sé si algunos pueden decir eso de sí mismos.