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Todo lo bueno llega a su fin y se terminan mis vacaciones en Málaga. Menos mal que este año he podido disfrutar más días aquí, ya que el año pasado debido a las circunstancias pude estar menos tiempo. Este verano he saboreado cada minuto que he estado con mi gente y también de la tranquilidad de ejercer más de ama de casa, hacer comidas, tumbarme a descansar en el sofá después de comer viendo el mar, algo que no podré volver a hacer hasta que pueda volver aquí dentro de un año. Ojalá se arreglaran las cosas y en 2022 tengamos Semana Santa. ¡Cuánta falta me hace ver a mis cristos y a mis vírgenes pasear por las calles de Málaga! Por cierto, los últimos veranos no fueron tan tranquilos como me gustaría mediáticamente hablando. Este verano, en cambio, la prensa ha sido muy generosa conmigo. No me han molestado, y eso es porque seguramente no les he interesado para nada, cosa que no me importa nada. Cuando parece que todo está en cierta tranquilidad, hoy en día todo el mundo se convierte en paparazi, periodista o informador. Es algo que sufrimos las personas que trabajamos cara al público convirtiéndonos en un blanco fácil para ellos.