'En el nombre de Rocío’ ha llegado a su fin y lo ha hecho de una manera muy emotiva. Ver a Rocío Carrasco en el plató de pie, viendo a su madre cantar la canción ‘Madre’, y ver su rostro haciendo un gran esfuerzo por no tirarse al suelo a llorar me encogió el corazón. En más de una ocasión he dicho que me creo todo lo que ha contado Rocío, porque ya lo sabía antes de que compartiera sus confesiones con todo el mundo. Siento y me duele, muchas veces, que pueda parecer que ella tenga una imagen distante y arrogante. Estoy convencida de que todo es producto de su dolor y de los años pasados de incomprensión ante una familia que le suelta la mano en el momento más difícil de su vida. Ellos sabían por todo lo que Rocío estaba pasando.
La verdad de Rocío
Lo peor fue darse cuenta de que lo hicieron por una herencia que nunca les pareció suficiente. Ellos creían que una mujer, Rocío Jurado, con tres hijos, tenía la obligación de dejar algo a alguien más que no fueran sus hijos. Todo lo que les dejó les pareció poco y esa fue la principal arma para revelarse contra ella. Ante tanto dolor y adversidad, Rocío Carrasco tuvo ese momento de fuerza de decidir que su familia mediática nunca más estaría en su vida. Cosa que les jodió aún más. Ellos pensaron que, aun así, ella no sería capaz porque querían seguir manejando unos hilos que la Carrasco no permitió que continuaran haciéndolo. Todo final es el principio de algo. Creo, sinceramente, que no se entendería la historia de Rocío y su familia, como muchas veces se ha manifestado en diferentes medios de comunicación, sin que ella hubiera contado su testimonio. Además, aportó las pruebas de lo que se ha cuestionado durante años sin que los demás mostraran ni un solo documento. Rocío, esto es el principio de tu total. En el capítulo que Jorge te dedica en su libro ‘Antes del olvido’ hay un momento que tú vas a su casa y le dices que le quieres hacer dos preguntas: “¿De verdad te creíste cuando mi tío Amador dijo en un ‘Deluxe’ que yo encerraba a mi hijo en una habitación y lo castigaba sin darle de comer?”. Jorge te respondió que sí se lo creyó. “Pero ¿qué clase de madre pensabas que era yo?”. “No lo sé −te contestó−, porque eras la madre que todos habían dibujado”. Este es el parámetro por el que la gente se ha guiado durante tanto tiempo sobre esta mujer. Perversa, mala madre y que solo quería al hombre que tiene al lado y que se dejaba manipular por él. Rocío ha podido demostrar que todo eso nunca ha sido verdad. Tal y como dice Jorge en las páginas de su libro, como todo en la vida existe el mal y hay gente que se asienta en ese mal y no se quiere mover de ahí. Para ser justos, también hay gente que ha querido salir del mal para saber y reconocer que estaban equivocados. Ojalá esta nueva vida que empiezas, después de haberte despojado de tus miedos y de tu imagen triste, te proporcione todo aquello que de verdad te mereces. Espero poderlo vivir de tu mano y agarrada a ella.