Hace seis meses que no venía a Málaga. Mi tierra natal es un lugar que siempre echo de menos como os he contado en otras ocasiones. He venido esta vez porque he sido invitada para participar en unas jornadas del cine y hablar de una película de 1945 titulada ‘Que el cielo la juzgue’, que dirigió John M. Stahl. El tema a debatir en esas charlas eran los celos. Han considerado que yo podía hablar de este tema centrado en la actualidad y en el tratamiento que se le da a este tema en los medios de comunicación. Sin lugar a dudas, los celos son producto de nuestras inseguridades. El ser humano que dice que no es celoso es porque ha conseguido gestionar sus debilidades de alguna manera. No sé si es malo o bueno tener celos. Que de alguna manera te importe la persona a la que amas y que pienses que puedes perderla forma parte de lo que es tener una relación en la vida.
Hay gente que cuando ve esas actitudes en otros dice: “Envidia sana”. No sé si la envidia puede ser sana. Desgraciadamente, es una realidad en nuestra sociedad que los celos se pasen de la raya. Hace años ese comportamiento estaba normalizado y decir “la maté porque era mía” era algo que no le extrañaba a nadie. Es terrible que en los tiempos que vivimos haya hombres que asesinen a sus mujeres por ese sentido de la propiedad. Posesión que ha formado parte de la educación que hemos recibido. En ese sentido, la palabra celos, para mí, está ligada a algo insano e, incluso, muy peligroso en algunos seres humanos. Confieso que yo soy celosa pero no en el sentido de la propiedad. Nunca he sido una enferma de celos. Es cierto que hay parejas que te dan motivos para desconfiar y, en ese sentido, sentir esos celos no es producto de la imaginación. Hay que reconocer que los celos sin motivos, muchas veces, son el resultado de nuestros pensamientos sin ninguna base.
Creemos ver algo que no ha ocurrido y que no ha pasado. Esto es algo que observo mucho en los jóvenes y que podemos ver, por ejemplo en el programa ‘La isla de las tentaciones’. Ver a una persona coger el móvil de su pareja con el objetivo de encontrar algo me parece espantoso. Esto es algo que es un delito como el ver la correspondencia de otra persona. Por muy pareja tuya que sea tú no tienes por qué abrir una carta de tu marido, mujer, novio o novia porque son documentos que contienen información privada. Esta es la teoría, pero en la práctica estos comportamientos se están reflejando en los jóvenes, de alguna forma. Algo preocupante a mi modo de ver.
Ahora, es normal para ellos mirar las redes sociales de sus parejas para ver si le han puesto un ‘like’ o un ‘me gusta’ a un hombre o a una mujer atractiva. Estos comportamientos están produciendo unos celos que no tienen por qué corresponderse con la realidad. Decir que una persona es guapa o atractiva me parece que es algo normal. Todos tenemos ojos y tener pareja no impide valorar la belleza de otra persona. Yo he tenido novio y he visto pasar a una mujer y le he dicho a él: “¡Que barbaridad! ¡Qué tía más guapa! ¡Qué espectáculo de persona!”. No me ha importado decirlo y ya os he confesado antes que, en parte, soy una persona celosa porque tengo mis inseguridades. Ahora, gracias a Dios, ya no me acuerdo lo que es sentir celos porque la última vez que tuve pareja fue en el Jurásico.
No solo existen los celos en el amor porque , también, los hay en la amistad. Hay personas que no llevan bien que las quieras mucho y que quieras a otra gente, también. Esas personas no tienen amor para todos. No es que entres en rivalidad, pero estas situaciones se producen más veces de las que nos imaginamos. Hay personas que creen que la amistad es poner verde a otras personas cuando están contigo y que cuando están con esas otras personas te ponen verde a ti. Piensan que así se gana el cariño y la confianza de la otra persona sin darse cuenta que, realmente, lo que están haciendo es destruir la amistad. Siempre he dicho que mi mayor patrimonio, junto a mi familia, son mi amigos.
Al final, la amistad es el amor que tú sientes, cultivas y trabajas en tu día a día. Nunca he sentido celos de mis amigos. Creo que elegir a alguien como amigo es una elección tan personal que lo haces porque esa persona suma en tu vida y no resta. Los celos en ese aspecto nunca han formado parte de mi vida, mientras que en pareja sí. No os olvidéis que he tenido alguna pareja que me ha dado muchos motivos para sentirme así. Sin embargo, otras han sacado mis inseguridades y me he sentido hasta ridícula.
Reconocer que te has equivocado es algo bueno. Por último, no nos olvidemos de los celos profesionales. Muchas veces me he preguntado en mi vida si tenía que haber sido más ambiciosa en mi carrera. Cuando me he sentido a gusto trabajando no he sentido querer más ni tener más. En este sentido, nunca he tenido celos profesionales. Puede haber injusticias en el trabajo, porque las hay, y yo las he vivido en primera persona, no lo voy a negar. Cuando presento un programa, siempre, quiero rodearme de los mejores. Cuanta más calidad y más profesionalidad tengan las personas que están a mi lado más me enriquezco yo, también, profesionalmente. No voy a ser hipócrita y voy a reconocer que sí he sentido los celos de otros compañeros hacia mí. Eso les ha dado alas para hablar y contar cosas de mí que eran totalmente inciertas. Lo que es difamar a una persona. En definitiva: ¿Son buenos los celos? Sin lugar a dudas, no.