Un año más llegan otra vez las puñeteras navidades que tanto me gustan, como bien sabéis. Con estas fechas vuelve una vez más el dilema del árbol navideño. ¿De qué color lo decoro? No me gusta esta época, pero adornarlo de manera distinta hace que estas fiestas “entrañables” se me hagan más tolerables. Este año quiero darle las gracias a Fernando Espadas, de la floristería Blooms del barrio de Salamanca, que me ha decorado el árbol y me ha quitado un quebradero de cabeza. Él y yo hemos consensuado los colores, pero al final reconozco que ha quedado muchísimo mejor de lo que pensaba. Al principio, creía que mi elección no era la más acertada, pero gracias a la profesionalidad de Fernando he conseguido tener un maravilloso árbol de Navidad. En realidad, yo decoro la casa por la gente que viene a visitarme porque yo puedo vivir sin árbol, sin nacimiento y sin lucecitas. Hay una cosa sin la que Navidad: la flor de Pascua. Uno no deja de ser un animal de costumbres y, si estas son bonitas, pues mejor que mejor. Mi Navidad siempre empieza cuando Kike Calleja y su mujer, Raquel, me regalan cada año un pascuero. En ese momento digo “qué bonito” por el gesto pero “qué horror” porque ya empiezan estas dichosas fiestas. Sé que estáis pensando que soy el grinch de la Navidad. Sí que lo soy, un poco.