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Hace muchos años que veo sonreír a Rocío con la boca pero no con sus ojos. Esos ojos tienen una mirada absolutamente triste pese a que pueda dar una carcajada. Los que la conocemos y la hemos acompañado en este durísimo camino hemos percibido lo que otros no han podido porque no la conocían lo suficiente para saber cuál es su rostro real. Desde que empezó la docuserie he tenido contacto a diario con ella, pero el día que más nerviosa he estado fue cuando estuvo en el plató.