Este fin de semana voy a vivir un momento muy especial en mi vida. Desde la boda de mi hermana no se había casado ningún familiar cercano. Es la primera vez que se casa un sobrino mío. ¡Estoy muy ilusionada! Sé que él no quiere que se hable sobre su persona. Solo diré que recuerdo a ese niño rubio platino que parecía un muñeco y que, por cierto, sigue siendo guapísimo. Cuando nació fue la alegría de todos. Era el primer nieto de mi madre y mi primer sobrino. Todavía recuerdo lo malita que se puso Carmen en el parto. Hoy lo digo, para mí lo que ocurrió ese día fue una negligencia médica. Sin saber de nada, de repente, me encontré con ese bebé en brazos dándole los biberones. Por cierto, qué bien ha comido siempre. ¡Qué suerte! Me acuerdo cuando mi madre me decía que yo era muy difícil para tomarme un biberón, una papilla o lo que fuera. ¡Qué gusto daba ver comer a mi sobrino José! Estoy muy contenta porque lo veo feliz. Ha tardado mucho en encontrar esa felicidad, pero, por fin, le ha llegado. Sé que Paola, su futura mujer le ha dado paz, tranquilidad, equilibrio, normalidad, felicidad y familia. He pensado mucho qué ponerme para ese gran día. No es fácil porque es una boda en el mes de mayo a las cinco de la tarde... Quiero romper con todo lo que me he puesto cuando he ido a otras bodas anteriormente. No quiero contaros nada porque prefiero sorprenderos. Solo os desvelo que voy a ir vestida de color lila. La semana que viene tendréis la oportunidad de verlo ampliamente en esta revista. ¡Qué ilusión reunir a la familia, a los amigos y celebrar la felicidad de dos personas! Estoy deseando que llegue el 14 de mayo y ver ese broche que mi sobrino y su mujer han decidido poner para su felicidad. José, sabes que te quiero muchísimo y que soy muy afortunada de ser tu tía, pero, sobre todo, por verte tan feliz. ¡Cuánto te quiere todo el mundo en tu trabajo! ¡Eso te lo has ganado tú solo!