Estamos en pleno puente de la Inmaculada ytengo la sensación de que es el momento de adornar la casa para la Navidad. Así, al menos, lo hacen mis amigas. Esto a mí me supone un trastorno. Por un lado digo que no adorno nada este año, pero por otro pienso: “¡A ver si me va a ir peor por no adornarla!”.

Al final, como todo hijo de vecino, el espíritu navideño en forma de adornos entra en mi casa para tener la fiesta en paz. Os confieso que soy absolutamente inútil para adornar la casa.