Pilar Eyre

Pilar Eyre

Familia real
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“Todos los secretos de las postales navideñas de los royals”

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Pilar Eyre

Periodista y escritora

Una pareja de mediana edad, cómodos consigo mismos. Así se presentan Carlos y Camila de Inglaterra en la foto con la que felicitan las fiestas. Él se mete la mano en el bolsillo con desenvoltura, parece un gesto espontáneo, pero ha tenido cuidado de desabrocharse dos de los tres botones de su americana para que no haga bolsas extrañas sobre el holgado pantalón de pinzas. Con el otro brazo, que no se ve, podría estar rodeando la cintura de su mujer o quizás también lo lleva en el bolsillo. La reina, por su parte, luce un traje azul brillante más ajustado bajo su voluminoso pecho, hombreras mal puestas y su mano izquierda cae, pálida y lánguida como un pez muerto. Carlos mira inquisitivamente a cámara en lo que quiere ser un gesto firme, pero frunce los ojos como si le faltaran las gafas y se preguntara qué diablos está haciendo esa señora con una máquina.

Camila sonríe como siempre desde que es reina, tímida, como con miedo a que alguien la descabalgue de un trono en el que nunca quiso sentarse al grito de “impostora, que vuelva Lady Di”. La foto fue tomada en el palacio de Buckingham en abril, tiene un fondo de buganvillas y lleva un sobrio texto, en inglés, naturalmente. “Os deseamos Feliz Navidad y nuevo año”, aunque lo que expresan realmente es: “Estamos unidos frente a la adversidad”, sobre todo si hacemos caso a los funestos rumores que corren entre los periodistas británicos sin que nadie se haya atrevido a publicarlos todavía.

Casa Real Holanda

Holanda está a la altura

Azul es también el traje elegido por la reina de Bélgica, la siempre impecable Matilde. Tanto, que a los periodistas nos parece aburrida, pese a que su hija mayor será reina al mismo tiempo que nuestra Leonor. Matilde sonríe dulcemente con las piernas muy juntas y las manos en las rodillas como una niña buena, mientras su marido se permite el único detalle frívolo del retrato: una corbata de lunares rojos, quizás como homenaje a su tía Fabiola, que le hizo de madre más que la de verdad, la bellísima Paola.

Los cuatro hijos posan con sus caras de buenas personas, las princesas llevan vestidos reciclados y no van maquilladas, lo que da medida de su discreción y austeridad. La felicitación lleva un texto en los tres idiomas oficiales, francés, alemán y neerlandés. El christmas de los reyes de Holanda y sus hijas es el más espontáneo y atractivo de todos porque además ¡hay perro! El caniche Mambo, adoptado por la hija menor, Ariane. Ella y sus hermanas van vestidas como lo que son, chicas jóvenes con personalidad que están al tanto de las últimas tendencias. El matrimonio, en el centro del grupo, es el pilar de una familia que nos resulta entrañable. Una familia muy alta, ya que todos sobrepasan el metro ochenta de estatura. La foto fue tomada expresamente a finales de noviembre en el jardín de su casa.

Casa Real Mónaco

Charlene se quita el corsé

La reina Silvia de Suecia, por su parte, posa con sus ocho nietos frente al inmenso árbol de Navidad del palacio real de Estocolmo. Los niños son guapos y exhiben una curiosa actitud y expresión adultas, mientras la reina ha tenido la coquetería de borrarse las arrugas del rostro con un filtro que le quita varios años –y preocupaciones– de encima. El hecho de que el rey Carlos Gustavo no aparezca puede deberse a que estuviera cazando o que, según dicen, su matrimonio no deja de ser una pantomima como lo fue el de Juan Carlos y Sofía durante 40 años.

También el rostro de Charlene de Mónaco ha sido evidentemente retocado en su felicitación navideña. Pero, de todas formas, en la foto no tiene esa expresión de angustia y resignación que suele exhibir normalmente. Va vestida muy sport, con un jersey grueso, pantalón de cuero y botines, y se la nota mucho más cómoda que cuando va con esos empingorotados conjuntos que tan bien sientan a su cuñada pero que a ella no le pegan nada. A Alberto parece que le han puesto la cabeza ahí, en un cuerpo ajeno y a posteriori, dado lo forzado de su postura, y los niños muy monos, como siempre. El fondo es rural con chimenea de piedra y una cesta de paja.

Familia real
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El fiasco de Luxemburgo

La felicitación de los príncipes de Luxemburgo quizás es la más fea de todas. Y no porque los protagonistas lo sean, al contrario, tienen caras simpáticas y naturales. Pero el decorado es de una sordidez impresionante. Parece que estén en medio de una escalera, con unos ¿árboles? de plástico y un pedazo de cortina que asoma por la esquina superior, como un rancio telón de teatro. El príncipe Guillermo va vestido como si acabara de llegar de un after y la princesa Estefanía tiene buen tipo, pero se pone de perfil con ese jersey grueso y el resultado no funciona. Uno de los niños se parece a papa y el otro a mamá.

En contraste con todas las anteriores, la felicitación de los reyes de España es un festival de luz y alegría, con todos los colores del arco iris, incluido el azul brillante de Letizia, en coincidencia con sus colegas Camila y Matilde. Ella está junto a Leonor, tan juntas que se produce el curioso efecto que parece que la melena de una pertenezca a la otra. Sofía se arrima a su padre con un vestido difícil con una especie de peto, tan rígidos ambos como si fueran de madera. La foto se tomó en junio y el texto de la felicitación va en español e inglés, algo que no se entiende en un país con cuatro lenguas cooficiales. Está puesto con la mejor intención, pero tampoco se entiende ese verso tan oscuro del poeta Brines. Pese a ser valenciano, no creo que los sufridos habitantes de esa comunidad se sientan mejor después de haberlo leído.

Las risas de Juan Carlos

Claro que la felicitación de los reyes tiene un apéndice indeseable que opino que se debería eliminar en años venideros: el innecesario christmas conjunto de los eméritos, un paripé que me recuerda la postal que año tras año traía un señor a la puerta de casa, “el farolero le felicita las pascuas”, cuando ya hacía siglos que las farolas de Barcelona eran eléctricas.

Y esta Navidad, para mayor recochineo, Juan Carlos ha enviado una felicitación por su cuenta: con su grupo de amigos regatistas se ríen a mandíbula batiente mientras exhiben un enorme cartel con un “Merry Christmas and happy new year” como si fueran ciudadanos de la mismísima Gran Bretaña. Pues lo mismo les digo, queridos lectores, feliz Navidad y próspero Año Nuevo.