¡Es su ‘sex symbol’, su hombre ideal, lo encuentra divertido, sano y atractivo, y ahora que está libre como los taxis los dos podrían darnos una sorpresa! Me estoy refiriendo al líder de Ciudadanos, Albert Rivera (40 años, recién separado), y a Tamara Falcó Preysler (37 años y soltera), que se quedó obnubilada cuando el político fue a comer a su casa de Puerta de Hierro por primera vez, solo, porque no había empezado a salir aún con Beatriz Tajuelo, hasta el punto de que en las siguientes elecciones votó a Ciudadanos y llegó a asistir en plan ‘groupie’ a sus mítines, colocándose en un lugar muy discreto. Los amigos bromeaban con ella por ese amor platónico, incluso Isabel Preysler se reía cuando le ponderaban lo buena pareja que harían su hija Tamara y Albert: “Mario y yo le queremos mucho, es limpio, honrado y con mucho sentido del humor”. Si se lo comentaban a Rivera, sonreía como el gato de ‘Alicia en el país de las maravillas’. Tengo que decir que Albert es uno de los hombres con más tirón con las mujeres que conozco (descartados Julio Iglesias y el rey emérito). En un Sant Jordi firmamos codo con codo y las señoras le pasaban notas, números de teléfono, aprovechaban los ‘selfies’ para darle achuchones… ¡No llegó al extremo de José Luis de Vilallonga, a quién yo vi en una ocasión guardarse unas bragas en el bolsillo, pero casi! Rivera, recién separado entonces de la madre de su hija, vivía con modestia en un pisito de estudiantes y me confesaba: “En la casa no hay ni armarios para poner la ropa, solo puedo tener un par de americanas”. Una señora, arrebatada, le gritó: “¡No las necesitas! ¡Desnudo también nos gustas!” y, como el gran tímido que es, aunque no lo parezca, él se ruborizó.