Eva González. Me caías fatal. Mal no, peor. Eras demasiado alta, demasiado guapa, demasiado joven, demasiado prudente, te reías demasiado ¡y encima, estabas casada con un torero! Eras andaluza pero sosa, no vocalizabas, maliciaba que estabas en la tele por algún enchufe misterioso al que nadie podía aludir. Pensaba todo eso, la verdad.
Sí, pero…
Pero el domingo te vi en La 1, en ‘MasterChef,’ y me deslumbraste. ¡Salías poquito, pero iluminabas mi sombrío cuarto de estar como una bombilla de dos mil vatios! Tan simpática que tu belleza imponente quedaba relegada a un segundo plano, tan natural que hasta se te perdonaba que en algunos momentos se te agolparan las palabras en la boca, ¡sospeché incluso que a la hora del aperitivo estabas algo achispada y eso añadía un encanto más a tus múltiples gracias! Yo no he venido a este mundo a hablar bien de la gente, pero, hija mía, es que me has conquistado.