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Acaba de ocurrir. ¡La semana en la que no solo tembló la monarquía sino también el matrimonio de Felipe y Letizia! El miércoles, día 11, recluida en su habitación del primer piso del Pabellón del Príncipe, recorriéndola arriba y abajo como gato enjaulado, la reina hablaba con sus múltiples amistades, miraba las webs, leía las redes sociales –donde figura con varios nombres supuestos y nunca participa–, sin dejar de llamar a su abuela Menchu, grupo de riesgo al contar con 92 años, sus padres y su hermana. Los cuatro besos afectuosos que intercambió el día 6 de marzo con la ministra Irene Montero, infectada por el virus, habían obligado a hacerse un test, no solo a ella, a su marido y a sus hijas, sino al personal de Zarzuela al completo.