Pilar Eyre

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Familia Real
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Semana de luto para la familia real

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Pilar Eyre

Periodista y escritora

Letizia, enlutada pero sonriente, muy guapa, a las 8 de la tarde del sábado pasado, dirigió incluso un leve saludo a los fotógrafos apostados en la puerta del tanatorio de Alcobendas donde se iba a celebrar el funeral en memoria de Fernando Gómez-Acebo, primo carnal de su marido. Una vez dentro, Felipe abrazó tiernamente a los hermanos del fallecido y del brazo de Simoneta se dirigió a su asiento en la misa de difuntos seguido por Letizia.

La sorpresa fue que, al día siguiente, Felipe acudió solo al cementerio Sacramental de San Isidro para asistir al entierro de Fernando, que reposará junto a sus padres. Era una ceremonia íntima, pero aun así estaban Colate Vallejo-Nágera, Antonio Carmona, de Ketama, y Laura Ponte. Pero la reina no fue y, al ser domingo, no podía achacarse esta ausencia a ningún compromiso profesional. Sus hijas también viven fuera, pero de todas formas el cementerio esta a menos de media hora de la Zarzuela y el acto fue breve. Sabiendo que este comportamiento iba a llamar la atención y a despertar ciertas especulaciones, sobre todo en estos momentos, no se comprende la intención del gesto que en otras circunstancias no hubiera tenido importancia.

La relación con Coco

Y además lo cierto es que, al contrario de lo que podríamos creer, durante su noviazgo Letizia tuvo mucha relación con Fernando, al que llamaban Coco. Por su carácter extrovertido fue el encargado de tender puentes con la familia de la novia, “Felipe adiestraba a sus parientes y amigos para que nos dieran conversación, y a Coco Gómez Acebo le había tocado la misión de civilizarnos”, cuenta el primo David Rocasolano en su libro ‘Adiós, princesa’, donde dedica al “mentor” nada más y nada menos que tres páginas. Entre otras anécdotas relata su desconcierto cuando un día Coco les dijo: “Me voy a cazar lobos a Ucrania ¿por qué no os venís, coño? ¡Podemos pasar unos días divertidísimos!” “Nos quedamos estupefactos”, revela David, “todos éramos trabajadores con economías plebeyas, Telma no tenía ni coche, Erika y Antonio sobrevivían penosamente... ¡y ningún lobo nos había hecho nada para desear matarlo!” Letizia puso su “cara de telediario” y “el bueno de Coco” siguió insistiendo hasta que se cansó.

Así perdieron el contacto

Después de la boda la relación con la familia de Felipe, tanto con las cuñadas como con los hijos de Pilar o los de Margarita, se fue enfriando hasta que dejaron de tener contacto fluido, al menos por parte de Letizia. Cuando el rey quería verlos acudía solo a su casa, incluso a los bautizos y aniversarios. En el funeral de doña Pilar, hace cuatro años, fue cuando Letizia y Felipe se negaron a saludar a Cristina y Elena y les dieron ostentosamente la espalda ante el desconcierto de las dos infantas, que no sabían dónde mirar. Fue un acto muy comentado, así como el hecho de que la reina no se persignara ni siguiera los ritos ceremoniales de la iglesia católica.

Encuentro con Juan Carlos

No ha sido el único funeral al que ha acudido Letizia la pasada semana. Enlutada también y, en este caso, muy agarrada al brazo de su marido y hablando con él con muchas sonrisas, el martes 27 de febrero hizo su entrada caminando con paso firme en la capilla de Saint George del castillo de Windsor para la misa conmemorativa de Constantino de Grecia, que murió hace catorce meses. Entre representantes de segunda fila de las casas reales europeas ellos eran los invitados de mayor rango, aparte de la reina Camila, a la que no se vio que saludaran. Claro que Felipe era sobrino del difunto, pero también lo eran los reyes de Dinamarca y no acudieron. Además de que ya habían ido al funeral y al entierro en Atenas, la familia española de Constantino estaba ampliamente representada por cinco personas: Sofía, Juan Carlos, Elena, Cristina y su hijo Juan. El único motivo para la innecesaria asistencia de los reyes podría ser escenificar la unión entre padre e hijo.

¿Los motivos? Atraerse las simpatías de los “juancarlistas” que, según se dice, están detrás de la conspiración contra la reina Letizia. El ayudante de Juan Carlos estaba sentado unas filas más atrás, pero prescindieron de él para que fuera Felipe el que acompañara a su padre desde el banco de la iglesia hasta la salida, donde se demoraron largo rato despidiéndose del sacerdote cogidos del brazo, dando tiempo a los fotógrafos para que inmortalizaran ese cariño en videos y fotos. Letizia, en segundo plano, les dejó todo el protagonismo. Exhibió una sonrisa nerviosa y trató de pegar la hebra con su suegra, que le contestó a duras penas, y al final se quedó con cara de circunstancias mientras una Sarah Ferguson fuera de lugar revoloteaba alrededor del grupo y al ver que nadie le hacía caso, decidió hacer mutis por el foro. Que el cortejo funerario entrara en la iglesia con el desacreditado príncipe Andrés a la cabeza no es más que otra torpeza de una monarquía que, desde que ha muerto la reina Isabel, está en caída libre.

Entre funeral y funeral hemos visto a una Letizia diferente ¡se ha cortado el pelo! ¡su melena ha pasado a la historia! Como dijo Coco Chanel, una mujer que se corta el pelo está a punto de cambiar de vida. Si aquí hubiera la afición al juego de Inglaterra, las apuestas estarían al cincuenta por ciento. Veremos. Y seguiremos informando.

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