Llovía sobre Manila y sobre el corazón de Isabel Preysler ese mes de enero de hace 50 años cuando se embarcaba rumbo a Madrid, ¡rumbo a lo desconocido! Hasta el último momento esperó que su novio, Juny Kalaw, apareciera en un caballo blanco y la raptara para llevársela con él. ¡Madrid! ¿Qué se le había perdido a ella en Madrid? Quería seguir en Filipinas, quería casarse, quería tener muchos hijos, dejarlos en manos de las criadas y pasar el verano en una isla privada bajo una sombrilla para no broncearse demasiado. Quería tener, en fin, el destino de todas las chicas de su edad y de su clase.