Pilar Eyre

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Se busca marido para Leonor

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Pilar Eyre

Periodista y escritora

El marido de Leonor nunca será rey. Según la Constitución Española será tan solo Príncipe consorte y tendrá el tratamiento de Alteza Real. Teóricamente, tendrá que caminar detrás de la reina, ocupar siempre un lugar secundario y no tomar parte en ninguna de las funciones reales. Su padre ya descartó la obligación de casarse dentro del estrecho círculo de las familias reinantes, “son muy pocas, ¿no? Sería mucha casualidad que me enamorara de una de ellas”, razonaba el entonces príncipe de Asturias cuando se le reprochaba que ninguna de sus novias fuera noble. Pero una cosa es ser reina consorte y otra ser príncipe consorte y la pobre Leonor no lo va a tener fácil. Para ayudarla en este arduo camino, aquí lanzamos algunas ideas del perfil del marido ideal de la futura reina de España. Y es que la carga del cargo es que no solo le tiene que gustar a ella, sino a todos nosotros.

1. Ni un Alain Delon, ni un Quasimodo. El exceso de belleza resulta ofensivo y despierta envidia, pero el príncipe consorte va a ser uno de los hombres más fotografiados del mundo y solo un semblante agradable y una sonrisa cálida pueden evitar que acabemos hasta las narices de su rostro. Tiene que ser elegante, sin exhibicionismo. Que no sea un dandy como Marichalar, siempre pendiente de la última moda, pero que tampoco luzca el simpático desaliño indumentario de Javier Hidalgo.

2. Debe ser lo suficientemente adinerado como para que nadie lo tome por un arribista sin escrúpulos, pero tampoco queremos un multimillonario acostumbrado a lujos y excesos que contrasten con la línea austera de nuestra monarquía. Ni pobretones tipo novios de Estefanía de Mónaco, ni reyes del gas rusos que vacíen botellas de Magnum en las discotecas ibicencas. 

3. No deben ser príncipes herederos por razones obvias, casarse con el rey de Dinamarca y unir los dos reinos sería imposible desde todos los puntos de vista. Tampoco queremos príncipes naftalínicos de monarquías extinguidas que nunca van a renacer, ni deseamos mantener a su arruinada parentela. Hay experiencia en estos asuntos. 

4. Ya no es necesario que el marido de Leonor sea soltero, como es natural, después de que el futuro rey de España se haya casado con una divorciada y de que los tiempos hayan cambiado. Tengo que decir que a mí personalmente no me importaría que Leonor se casara con un divorciado canoso y experimentado, cosmopolita y elegante, que se tome con sentido del humor estar en segundo plano, porque sabe que en la intimidad siempre va a ser el primero. Lo que a un chico joven puede llegar a acomplejar (que el responsable de protocolo le diga, “alteza, póngase al fondo, detrás de su majestad”, por ejemplo), a ese hipotético hombre ideal solo le hará levantar una ceja con cierto escepticismo.

5. El marido de la reina no debe tener ningún esqueleto en el armario. Quizás es el punto más complicado. Por pequeños que sean, los vamos a encontrar. Ni novias problemáticas, ni estafas, ni gamberradas, ni drogas, ni juergas. Ninguna detención, ni ningún amigote que vaya por los platós contando sus intimidades. Ningún acontecimiento que lo haga susceptible a ser chantajeado, como ha ocurrido en el pasado. Las huellas de sus pecados ahora están en internet y viven para siempre. Haber votado a Podemos en alguna ocasión no resta puntos.

6. Debe tener personalidad, pero no demasiada, para no opacar la de la reina. Un Íñigo Onieva puede resultar divertido en casa, pero en público el marido de la reina debe ser morigerado como un obispo. Aunque tampoco queremos un bobo sosainas incapaz de pronunciar dos frases seguidas. Su papel es tedioso y sin relieve, se comprende, como le decía Franco a don Juan de Borbón: “Alteza, si se aburre, deje de conspirar y aficiónese a la filatelia o la numismática”.

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7. Que hable idiomas, que sea culto, pero no pedante, que tenga formación universitaria pero que esté dispuesto a sacrificar su profesión en aras del bien de la corona. El marido de la reina no puede ser notario o aparejador, aunque la carrera militar, según algunos, sí sería aceptable. Tampoco puede ser empresario. Como decía el presidente balear Matas, “¿cómo le voy a negar un favor a un familiar del rey?”. Dicen que el padre de la reina Isabel le aconsejó cuando se casó: “Tu marido necesitará una expansión para huir del protocolo y reafirmarse como hombre: buscará o mujeres o negocios. Es preferible que sean mujeres”.

8. Es un papel ingrato, lo reconozco. Si les damos un repaso a los últimos príncipes consortes, maridos de reinas, todos son un desastre. El príncipe Bernardo, marido de la reina Juliana de Holanda, fue apartado por un escándalo financiero, Klaus von Amsberg, marido de su hija la reina Beatriz, un exnazi detestado por los holandeses, terminó con problemas de demencia. De la misma forma acabó sus días Henri de Monpezat, consorte de la reina Margarita de Dinamarca, que le cogió tal odio a su mujer que exigió que no lo enterraran junto a ella. El ejemplo a seguir, según mi entender, ha sido el duque de Edimburgo. Si bien hubo rumores de amistades femeninas (siguiendo la recomendación de su suegro), la reina nunca se sintió humillada y lo amó hasta la muerte.

9. No es necesario que sea español. Aunque hay ciertos nobles que ya están arrimando el ascua a su sardina para colocar a sus hijos en el trono, hasta ahora los posibles novios que se han atribuido a Leonor, desde el hermano de una compañera de colegio, inglés, hasta un muchacho belga y otro brasileño, han sido extranjeros.

10. Y por último... Tampoco es necesario que sea un hombre.