Tus hijos se fueron de casa porque bla bla bla. En el hospital, no sé qué ocurrió. En el colegio, tampoco. No estaban en tu boda. Pasaron cosas… Ay, si los niños hablaran, ay, pero no se puede… Comentan, secretean, llaman. Para hacer el cuento corto, no te dejan en buen lugar. Sí, pero…
¿Es creíble tanta maldad? ¿Es factible que exista en la tierra un ser tan monstruoso? ¿Cómo es posible que siendo una especie de Cruella de Vil y Maléfica, a pesar de eso, tengas amigas que se parten la cara por ti? Si fueras tan mala malísima, ¿no exhibirías una expresión triunfante y altiva, en lugar de esos rasgos tristes y esa mirada desdichada? Se cargan tanto las tintas sobre tu perversidad que una empieza a sospechar si no será todo una campaña orquestada para hundirte por no sé qué oscuros motivos. No me fío, no me fío.