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Juan Carlos se tentó el postizo de la nuca que Iranzo le acababa de colocar trenzado con su propio pelo y miró a Adolfo Suárez con ojos fieros: “Solo os voy a pedir dos cosas para esa Constitución que vais a redactar... La primera ya sabes cuál es...”. “No me digas más, in-vio-la-bi-li-dad”, porque el presidente del Gobierno tuteaba al Rey desde sus tiempos de director en televisión y también conocía sus debilidades económicas.