El entierro de Felipe de Edimburgo, el 17 de abril, reducido por estar en tiempo de pandemia, podría servir de modelo para los próximos funerales que inevitablemente tendrán lugar en las familias reales europeas. En España, Noruega, Suecia, Dinamarca, Liechtenstein y Holanda hay miembros que han pasado de los 80 años, algunos con buena salud, como Beatriz de Holanda o Sofía de España, y otros con mala, como Harald de Noruega o Juan Carlos I. El protocolo diseñado para este desde hace años, tomando como modelo la Operación Lucero de Franco y las exequias de Alfonso XIII y Tierno Galván, ha quedado obsoleto por los últimos acontecimientos que han llevado al Rey al exilio. Juan Carlos habrá pensado estos días cuál será su propio final y observado con envidia esas multitudes llorosas depositando flores en los lugares que frecuentó el duque de Edimburgo. Nadie habla con él de este tema, pero alguna vez ha comentado melancólicamente: “Por mí, que me entierren en el mar...”. Cuando su propio padre refunfuñaba: “Juanito, no quiero un final triste”, él contestaba con risa teñida en lágrimas: “Papá, que a los muertos tampoco se les lleva a un tablao flamenco...”. Don Juan tuvo un funeral digno de rey, pero ¿y ahora? ¿Qué ocurrirá con su hijo? Un buen amigo de Juan Carlos, el socialista Rubalcaba, siempre decía: “Pase lo que pase, en España siempre enterramos muy bien”.