¡Nada! Desde que se publicó que doña Sofía mantenía una relación con el viudo de Cayetana, la duquesa de Alba, no se han producido avances. Eso que Alfonso Díez tiene gran interés en explicar a la emérita que él no tuvo nada que ver con aquella filtración y que esos puros sentimientos de amistad siguen anidando en su corazón. ¡Pero no hay manera! No puede conectar con ella, ni por teléfono ni a través de terceras personas, porque
La última oportunidad fue en la boda del nieto de Cayetana. Allí Alfonso sabía que era posible el reencuentro, y pasó una semana agónica tratando, eso sí, de presentar el mejor aspecto posible, rayos uva, pelo tintado e inyecciones de bótox incluidas. El día de la boda estaba guapo, delgadísimo, nervioso y, seguramente, con un pequeño discurso aprendido de memoria. ¡Pero no hubo manera! La reina se quedó en Liria muy poco tiempo. Iba a tiro fijo (fotos, departir brevemente, irse) y con un grupo de personas que, consciente o inconscientemente, le hicieron de cinturón sanitario. La mirada de Alfonso, cuando la reina se fue, era un poema: triste y derrotada.
Sofía, al parecer, está pasando una época feliz. La salud y los problemas de movilidad han puesto freno a las correrías de su marido, y está consiguiendo que su hija Cristina se integre cada vez más en el círculo familiar (aunque esto implique que las visitas a Iñaki empiecen a escasear…). El gran misterio es cómo celebrará su aniversario. ¡Los ochenta años de Sofía llaman a la puerta! Y con ellos las decenas de reportajes y programas especiales que se le van a dedicar en todo el mundo: Alemania, Argentina, Portugal, Francia e Inglaterra, de momento, han plantado aquí sus cámaras para que contemos quién es la reina. ¡Se va a poner de moda, noviembre va a ser el mes Sofía! Pregunto a los compañeros extranjeros si han intentado entrevistarla personalmente y todos me dicen lo mismo: ni se nos ha ocurrido llamar a Zarzuela porque sabemos que la respuesta va a ser NO.