Le faltan dos para cumplir 90 años. El play boy por antonomasia, el más elegante ¡Arturo Fernández! Está pasando unos días en su casa de Marbella antes de salir a la carretera a “girar” con su exitoso Enfrentados, que el 20 de septiembre estrena en Barcelona. Recibe con pantalón corto y unas piernas que ya quisiera Adriana Abenia, junto a su mujer Carmen Quesada y su hija decoradora, nacida de su matrimonio con la “niña bien” Isabel Sensat, una relación que escandalizó a la sociedad puritana y cerrada de mediados de los sesenta. La Costa Brava en la que estoy acabando este verano loco de Campos y Rollanes fue testigo de aquel noviazgo. Arturo Fernández, un asturiano aristocrático como un lord inglés pero de origen humilde y padre anarquista, llegaba con su descapotable a visitar a Isabel, y debía cortejarla en la calle porque los padres no le dejaban entrar en la “torre” de Llavaneras. Isabel se enfrentó a todos y al final consiguieron casarse en la gran finca familiar de Sant Vicens de Montalt. Los ecos de sociedad de La Vanguardia dieron cuenta del enlace: “el actor Arturo Fernández se casó ante un reducido grupo de invitados con la gentil señorita María Isabel Sensat Marqués, de distinguida familia barcelonesa. Se cantó el Virolai”. Muchos parientes se negaron a acudir y se decía entonces que una de las tías más pijas de Isabel, de larga fortuna y misa diaria, había dicho que si él osaba visitarla, lo haría entrar por la puerta de servicio. Lo que no fue óbice para que al poco tiempo la familia entera cayera presa del encanto y la bondad de Arturo, que encima ha sido uno de los artistas que más dinero ha ganado de España, mientras el patrimonio de los Sensat ha ido cuesta abajo. ¡Ay, quien pudiera escribir las memorias de este seductor de leyenda, cuyo currículo amatorio haría temblar a las piedras!