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Marbella! ¡Aroma a jazmines, el canto de las chicharras! ¡Verano! Un verano que en Marbella no empezaba hasta el 18 de julio, el día del cumpleaños de Jaime de Mora y Aragón. Montaba un fiestón en el Marbella Club y soltaba palomas que Rigalt y yo temíamos que fueran despedazadas por los ventiladores y le pedimos que no lo hiciera más. Yo le cuchicheaba “Jaime, las señoras te miran” y él me contestaba, fingiendo oler el clavel (de trapo) que llevaba en la solapa, “y si no, les envío a mi abogado”. Su hermana era la reina de los belgas y él era el rey de Marbella, pero, como tantos, se lamentaba “rey, sí, pero sin un duro”.